Medellín: recuerdos de un finde paisa
Desde mi primer contacto paisa – como hace 4 años – que acumulo ganas de visitar Medellín. El amor que tienen los locales por la ciudad y la región de Antioquia provoca a cualquiera dejarlo todo y ver en primera persona de qué se trata el alboroto.
Si bien nos faltaron varias actividades para hacer, estoy orgullosa de que, en solamente tres días, logramos hacer muchísimos programas y, lo mejor de todo, visitar amigos que hace años no veíamos, porque viaje con reencuentro vale doble.
Vuelos atrasados y otros bailes nos llevaron a llegar muy tarde en la noche. Si bien fue pesado porque el camino del aeropuerto a la ciudad es bastante largo (como 40 minutos), la llegada a Medellín con la ciudad iluminada fue un gran comienzo de lo que se vino después.
MEDELLÍN: ORGULLO PAISA
Nos quedamos en un hotel por El Poblado, un barrio súper lindo repleto de bares, restaurantes y muy buena vibra. Además, bien ubicado para poder recorrer las principales atracciones durante el día, y tener lo mejor de la vida nocturna por la noche.
El primer día, partimos directo al Jardín Botánico de Medellín. Debo reconocer que últimamente, además de buscar información en las guías y a veces en TripAdvisor, investigo mucho lugares por Instagram que me llaman la atención y, en esta búsqueda, me encontré con el Jardín Botánico y por eso decidimos ir ahí primero. Si bien no es muy grande, es definitivamente un gran lugar para visitar. Se hace en poco tiempo y se disfruta muchísimo de la sombra de los árboles y bancos junto al lago artificial con las diferentes especies de pájaros e iguanas que se encuentran merodeando por ahí. Si se llega alrededor del medio día, adentro del jardín hay un restaurante que se rumorea que es de los mejores de la ciudad.
De ahí se accede fácilmente al metro, otro orgullo supremo de la ciudad, especialmente porque pueden compararlo con la «falta de» en Bogotá (no voy a negarlo, no veo la hora de que construyan el de Bogotá porque es muy necesario). Fuimos directamente a la Plaza Botero que, para seguir con la tradición colombiana, era un mar de gente. Supongo que para apreciar bien el espacio y la grandeza de esta parte hay que ir temprano en la mañana, porque sin duda al medio día es un poco más caótico. De todas formas, encontramos la solución al subir a la terraza del precioso Palacio de la Cultura. Me impresionó la poca gente que sabe de este truco. Son apenas algunos escalones y tenés toda una terraza prácticamente vacía de donde se aprovecha una vista de toda la plaza y las esculturas gigantes de Botero (¡este tip es para dejar anotado!).
Después de una recorrida por la zona, subimos al metro nuevamente hasta la Plaza Cisneros, donde también optamos por subirnos a la terraza de la Biblioteca EPM para verla desde otra perspectiva. Si bien no es de las atracciones más recomendadas, creo que es un buen sitio para descansar un poco de tanta caminata con una vista linda y un parque realmente bien cuidado y original.
El siguiente paso fue buscar un buen lugar para comer. Ahí optamos por la recomendación de visitar el Mercado del Río. Tampoco aparece en el TOP 10 típico para hacer en Medellín, pero estoy segura de que es cuestión de tiempo. El Mercado tiene un aire a los mercados de Madrid y Barcelona en cuanto a la estructura y ambiente. Los precios son normales y se come súper rico. Nosotros probamos cosas en varios puestos y fuimos cambiando de barra entre tapa y tapa. Lo pasamos brutal.
Un bonus: los alrededores del mercado son muy lindos para salir y descansar, y hasta detenerse a ver el Río de Medellín que pasa por la vuelta.
Convengamos que Medellín es la ciudad de la «eterna primavera» y es famosa – entre otras cosas – por su clima envidiable que ha tentado a más de uno a instalarse por completo aquí. Medellín es una de las ciudades más densas del mundo, y se nota, así que paciencia por el centro y a elegir buenas horas para hacer los recorridos más populares.
Recomendación: siempre tener una piscina a mano en este tipo de ciudades porque, llegada la tarde, se hace necesario.
EL PEÑOL DE GUATAPÉ
Otro paseo que tenía pendiente desde que llegué a Colombia era visitar el Peñol de Guatapé, que queda a dos horas de Medellín. Puesto que la ruta es un poco densa y no queríamos perder mucho tiempo, fuimos en un tour privado hasta ahí y fue excelente idea porque frenamos y bajamos en cualquier lugar que nos llamaba la atención, como el mirador a la salida de la ciudad o unas tiendas en la ruta.
Para llegar al mirador en la cima de la piedra y apreciar la vista del Embalse de Guatapé hay que pagar entrada y subir unas escaleras. Más específicamente, 700+ escalones.
Recomendaciones: llevar agua y zapatos cómodos y, dentro de lo posible, hacerlo temprano en la mañana o entrada la tarde para que no pegue tan fuerte el calor.
Mi impresión es que no esta muy bien organizado para tanta gente, y la verdad es que la subida hasta el mirador al final-final de las escaleras se complica en las horas pico. Sin embargo, la vista vale toda la pena. Ese 360 del embalse y las montañas es absolutamente espectacular y, claramente, una maravilla imperdible más de Colombia.
A tan solo 15 minutos se encuentra el pueblo, famoso por sus zócalos y el colorido de sus casas. Después de viajar tanto por el país, no me sorprendería que esté en el top 3 de los pueblos más lindos. De verdad parece de otro mundo. Hay buenos restaurantes, tiendas con onda y diseños locales, un clima delicioso y un malecón con varias actividades acuáticas para aprovechar el embalse. Es lindísimo y colmó absolutamente todas mis expectativas.
La noche en Medellín
A la vuelta nos dio para hacer un poco de piscina y después salir a comer y tomar algo con amigos por El Poblado. Es imponente como se prende este barrio a la noche. La música a tope, bares llenos, restaurantes todos lindos y con onda… No es un misterio por qué a la gente le gusta venir de vacaciones acá. Por las calles se ven tantos turistas que escuchar personas hablando en inglés es tan normal como escucharlos hablar castellano.
Para empezar, esta buena la terraza del Charlee Hotel que tiene buena vista, y después pasamos por los bares del Parque Lleras. Las calles alrededor, especialmente la Carrera 38, tiene muchas similitudes con las calles de bares del sudeste asiático. Mucho extranjero, mucho ruido, mucho de todo… no es lo que más me gustó.
Nuestra amiga Mabel, posiblemente la mejor paisa del mundo ( 😉 ), nos llevó más hacia la Carrera 34 y 35 donde el ambiente es más tranquilo y local. Fuimos a varios bares, pero Burdo se destaca por la comida, tragos, DJ y servicio. Más tarde fuimos a bailar al Salón Amador, claramente otro favorito de los locales aunque ya
descubierto por algunos turistas. Este boliche tiene buenos DJs que ponen electrónica hasta que sale el sol.
¡Nada como otro check en la lista de lugares para visitar! Medellín es una de las estrellas de Colombia y tiene con qué entretener a todo el mundo. En el futuro, toca quedarse más tiempo para ir a otros pueblos alrededor que dicen que son lindísimos.
Si tenés recomendaciones, ¡dejalas en los comentarios abajo!
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