Ser vulnerable
Si la pregunta es si todavía sigo con la fe en la humanidad en el piso, la respuesta es sí. Pero no quiero ser la bloggera que se desahoga cada vez que agarra la computadora (¿o ya es muy tarde?!) y quiero ver si logro irme un poco por la tangente.
Está terminando el año, estoy por cumplir 31 años, y aunque de a ratos me siento que escribo desde un pozo tapado de barro, totalmente inmovilizada desde la axila para abajo en el punto justo como para poder sacar los brazos hacia arriba y acomodar los codos en el borde para escribir cada entrada, debo decir que fue un año feliz.
Perdiste antes de empezar
Ya sé. Estás pensando todavía en mi pobre cuerpito atascado en el barro, en la promesa que hice de irme por la tangente en el primer párrafo, y en lo mucho que fracasé en el siguiente renglón. Y tenés toda la razón. ¿Pero no es un poco así la vida?
Quiero decir: en el momento que parece que estamos seguros de todo, que pondríamos las manos en el fuego por lo que viene después, algo pasa. Algo inesperado nos ataca de la nada y nos sacude por completo. Tiembla toda la estructura que tanto trabajo costó armar, y de un segundo al otro pasamos del equilibro a repensar cada aspecto de nuestro presente y las posibilidades del futuro teniendo este imprevisto en cuenta. Qué bronca.
Pasar por ese momento nos lleva a concluir que quizás, fracasamos. Que puede ser verdad, quizás lo hayamos hecho, pero también puede ser una ilusión fruto de la frustración. Ya sea por no haber podido mantener una relación que queríamos, por aún no ver los frutos del trabajo duro, por aún no poder ni olfatear el comienzo de nuestros sueños…sea como fuere, algo doloroso.
Ganar ventaja
Aceptar que todo puede cambiar en un instante y hacer las paces con el hecho de que la vida es una secuencia interminable de paz y problemas, paz y problemas, y después, otro surtido de paz y algún problema, nos deja en una posición de ventaja.
Cuanto más vivo (y más leo) y más me preparo para el resto de mi vida, más comprendo que vencer al miedo y confiar en que algo mejor está por venir es una gran forma de encarar las adversidades. Dejar de jugar al oráculo y confiar en algo intangible, es algo muy poderoso.
El desafío
Para cada persona el desafío es diferente. Dependiendo de nuestra personalidad es que nos quedamos atascados en una u otra parte del ciclo. En mi caso, el desafío es salir del «feedback loop from hell«. Así le llama Mark Manson, autor de «The Subtle Art of Not Giving a Fuck» (el libro que recomendé en el último newsletter) al momento en que entras en el círculo vicioso de estar preocupado, por estar preocupado, por estar preocupado. Admito, con algo de pena y mucha honestidad, que pocas frases me describen tanto como: confesa víctima del feedback loop from hell.
Ya basta, salí
Lo cierto es que a veces no se trata tanto de la dificultad de salir de ahí, sino lo difícil que es darse cuenta que estás adentro, y ahí es donde el entorno juega un rol tremendamente importante.
Una de las cosas más lindas que me dio la vida en pareja fue que cuento con alguien para siempre, no para sacarme del pozo, sino para avisarme que estoy ahí y alentarme a salir por mis propios medios. Es como si lo escuchara ahora mismo:
—María, basta. Salí. Estás ahí y tenés que salir.
A veces hasta me lo dice así textual.
—¡Ey! ¡Salí de ahí!
Textual.
Y no sabes por qué te estoy diciendo esto
Desde que vi el especial de Brene Brown que me recomendó Majo hace un tiempo (y que también recomendé en el newsletter y seriamente les sugiero que lo vean), es que perdí 100% la vergüenza a mostrarme vulnerable. Encuentro mucho más satisfacción al verme en el medio de la cancha peleándola, que sentada en las gradas viendo la vida pasar pensando que existo sin defectos, que no tengo la fuerza para pronunciarme por lo que creo y pensando que, si no tomo riesgos, me estoy protegiendo de algo. Esa vida de mentira no la quiero vivir, porque todos tenemos defectos, y no les quepa duda de que, en realidad, estamos mucho más desprotegidos en las gradas que en la cancha..
Yo quiero que la gente se acuerde de mi así, como una persona auténtica que no tuvo miedo de mostrarse tal cual era. Que escribió cosas personales e íntimas, dudó, pero finalmente publicó sin saber quién iba a verlo. Una persona que admitió que aunque es feliz, hay días que le cuestan. Y sueño con que quizás, tan solo quizás, alguna persona lo lee, le ayuda, y piensa que ese es el momento perfecto para arriesgarse y sumarse a ser vulnerable.
Comentarios
Deja tu comentario