Time out
Es domingo 8:38pm y acabo de salir del cine sola. Todavía es de día, por lo que decidí sentarme en el C&O Canal a ver el atardecer. Tengo una pareja de tórtolos a mi izquierda y una fiesta muy top en el Ritz-Carlton Hotel de Georgetown en frente que contrastan con mi look de rota de domingo. Elijo una playlist de blues, los aíslo, y quedan perfectamente ubicados donde los quiero.
Fui a ver “Begin Again” –spoiler alert, sino no tiene gracia- es una pavada importante para no pensar: historia de amor entre músicos, en verano, en New York, que termina mal (pero bien). Fiel a las garras del marketing cinematográfico con trailers que prometen y no cumplen, disfruto de mi guilty pleasure al que no pienso renunciar. Como plus actúa Keira Knightly, quien en mi opinión no hay nada que haga mal. Desde el diente torcido al pésimo lip-sync, todo lo hace bien aunque lo haga mal, y le doy créditos por haber usado su vestido de novia en la vida real algo así como cien veces.
Agradezco el momento en que superé el hecho de que haya gente que piense que es una depresión total ir al cine solo. Aviso parroquial: si hay un lugar donde cabe la frase «mejor solo que mal acompañado» es el cine, así que hace tiempo vengo practicando y considero que me sale muy bien, aunque obviamente no tengo a quien preguntarle. Al principio me costaba calcular cuántos caramelos ácidos me puedo comer en los trailers para que me dure la cajita hasta el final, pero a esta altura este arte lo tengo totalmente dominado (la clave es tomar agua cada cuatro/cinco).
Con el celular todavía en modo avión, y esa sensación post cine como si acabara de volver de New York yo también, sueño despierta con ser extra en una película de Woody Allen en Paris. Al final me tomé la tarde para estar sola, y no pierdo nada pasando el resto soñando despierta. Lo único que me saca de acá es que está por largarse una tormenta, pero camino a casa y con la playlist a 7 minutos de terminar, pienso que no hay mejor manera de terminar este día que arranque a diluviar y no tener paraguas, pero como dice Norah, «it never rains when you want it to», así que aunque meto paso lento, no pasa.
Hay algo lindo de estar solo un día, dedicarle tiempo a no pensar, y ni que hablar de aprovechar que no hay señal. Hay algo de estar riéndome con extraños, riéndome sola cuando no se supone y hasta llorar cuando no hay que llorar,porque por lo menos acá, sé que siempre hay un solitario amigo que vino con el mismo objetivo. Así me pasé mi domingo de time out, con mis solitarios del cine, Woody, Keira y los tórtolos, engañándome que estaba sola, sin realmente estarlo.
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