Terminé en Tokio
En un abrir y cerrar de ojos me encontré en un avión 13 horas hasta Tokio. Pocas cosas me resultan tan fácil como subirme a un avión; me llena de energía, vida y ansiedad de la buena. La sensación de conocer un lugar nuevo es tan única como este destino que me moría por conocer: Japón.
Si tuviera que describir mi percepción de Tokio antes de ir en una imagen sería una intersección infernal, repleta de gente, miles de luces de neón y carteles en un idioma que no se entiende absolutamente nada. Me encantó descubrir que no es tan así. Tokio es infinita en experiencias y es mucho más que cinco cruces peatonales. Hay luces de neón pero no es un circo, hay mucha gente pero no es agobiante, y sí, hay muchos cruces peatonales bastante complejos.
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Ichiran Shinjuku |
Gastronomía
En el área gastronómica, esta claro que nada puede ir mal en las tierras del Ramen. Con Dany, mi amigo de Barcelona, nos íbamos a comer Ramen al menos una vez por semana al ritmo de ‘mmm me muero, qué delicia’ como buenos fanáticos, así que me acordé de él en cada comida del viaje.
La locura de la cuestión fue cuando llegamos a un restaurante donde nunca llegas a ver a los que atienden y comes en cubículos como si fuera un cyber café en un sótano. Raro.
Conste que, únicamente en el barrio de Shinjuku, hay acumuladas 500 estrellas Michelin – hay que tomarse un tiempo para digerir esta información – y abandonar esa idea de que la comida huele y sabe mal. En Tokio, me animo a decir que no podes comer mal – casi – nunca.
La sociedad
Este tema me lleva a otro descubrimiento de la sociedad japonesa. Quizás lo que más me sorprendió, y lo que creo que nos diferencia más de la cultura, es la forma de interactuar. Me llamó la atención el poco contacto visual, tanto en la calle como en lugares que se prestan a más intercambios. La gente está, en su gran mayoría, comiendo y paseando sola y, a no ser que te acerques, les importa tres rábanos que estés visitando Tokio así te vean con los ojos tipo plato admirando los templos y rascacielos.
Dicho esto, el servicio es muy bueno y no quiere decir que sean antipáticos. Todo lo contrario, nunca falta el ‘arigatou gozaimasu‘ con reverencia a la salida con una sonrisa. Sin embargo, tampoco es como leí antes del viaje que los locales se detienen para darte direcciones y conversar contigo en los parques. Quizás no se me dio, pero en fín, no parecía una costumbre.
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Gyoen Park |
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Gyoen Park |
Aire libre
Hablando de parques, se nota que son expertos en espacios públicos y mantenimiento de la ciudad. El Parque Uenooshi, Yoyogi, HamaRikyu Garden y Gyoen son absolutamente increíbles. El primero, rodeado de museos y casa principal de los divinos ‘cherry blossoms‘ que me hicieron acordar a Washington D.C., el segundo tupido de árboles altísimos que te hacen sentir que estás en el medio de las montañas, es increíble. En éste último se encuentra Meiji Jingu, otro templo que vale la pena conocer. HamaRikyu Garden es el único donde cobran entrada, pero está bueno para ver la casa de té que se ubica en el centro, así como el contraste entre el verde y la ciudad. Y el último, Gyoen, es como el ‘Central Park’ de Tokio, donde familias y amigos se reúnen y pasan la tarde entre lagos y un jardín japonés de ensueño.
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Entrada a Yoyogi Park |
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La vista desde HamaRikyu Gardens |
Tokio de estampita
Entrando en temas de locura, lo más acertado de mi ignorante impresión pre-viaje fue la combinación de luces de neón, pantallas y olas de gente que me topé al conocer Shibuya, lugar donde se encuentra el ‘Shibuya Crossing’, la intersección con más tráfico del mundo. Es impensable llegar a este punto y no preguntarse ‘¿qué – está – pasando – acá?’. Además de todo lo anterior, estar parado en Shibuya es como vivir adentro de una máquina de videojuegos con una constante estimulación de todos los sentidos. No es un lugar para quedarse a vivir – ¿o sí? – pero la experiencia es alucinante: luces, carteles, pantallas, gente, gente, más gente, malls, parlantes a todo lo que da, más luces, gente, más gente. Una buena idea es subir al Starbucks y ver todo eso desde arriba, y ni que hablar de ponerse a dar cien vueltas por los cruces peatonales que atraviesan las calles por el medio. Tre-men-do (vean el video de mi persona esquivando personas).
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Shibuya Crossing |
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Shinjuku |
Además de Shibuya, los otros dos barrios con más vida por la noche son Ginza y Shinjuku. El primero, un barrio de compras de marcas internacionales, exhibiciones de autos y avenidas hiperprolijas. El segundo, un poco más ‘roto’ y mucho más loco, especialmente cuando te vas acercando a Kabukicho donde te topas con el Bar de Robots y demás locales extraños (como el hotel para jugar videojuegos con cuartos de 2×2 con solo una cama y la pantalla).
Durante el día lo mejor fue Harajuku, un barrio con una calle principal famosa por sus tiendas de lujo, pero con calles paralelas con tiendas de diseño japonés, bares chancheros y ropa usada en excelente estado. ‘Cat Street‘ es la vedette de esta zona, puesto que tiene tiendas de diseño independiente en locales donde la arquitectura se destaca por sí sola. También se puede ir a ‘Takeshita Street’ que es la calle donde los fines de semana los jóvenes japoneses se visten de personajes de dibujos animados y demás.
Transporte
Tokio es inmensa, no te dan los ojos para ver todo lo que hay para ver y a pie realmente se pierde demasiado tiempo. Además, para qué gastarse si se puede usar el transporte público que es un pire total. La ciudad cuenta con 158 líneas de tren. Sí, leíste bien. Muchas líneas son privadas con el fin de brindar un mejor servicio a las 38 millones de personas que circulan diariamente por el área metropolitana.
Como turista la cosa es bastante fácil, aunque cueste creerlo. En la misma estación del aeropuerto, se compra una tarjeta y se carga con la cantidad que quieras (yo puse 3.000Y para una semana y me dio perfecto, eso son como 30 dólares americanos). Dependiendo de la máquina que elijas, cómo se llama la tarjeta, porque depende de la empresa en la que estés comprando. Yo, de copadita no más, me compre la PASMO porque la quería de recuerdo, el diseño es genial y además pretendo volver y acordarme de llevarla – guiño, guiño -. Hay que sacarle la movida a las líneas y los símbolos, pero no es matemática cuántica así que sin miedo.
Mount Fuji
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Estación Mt Fuji |
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Vista desde Lake Ashi |
Después de ver tantas referencias de Mount Fuji en la ciudad, tomamos la decisión de ir a visitarlo. Por suerte, el otoño había aterrizado antes que en la ciudad transformando cada segundo del paseo en un escenario mágico y único. Nunca había visto bosques pintados en tantas tonalidades y de alguna manera sentí que estaba redescubriendo el otoño gracias a Japón. Después de casi un año viviendo en Bogotá donde no hay estaciones, es increíble las cosas que empezas a valorar, como las hojas amarillas y rojas.

Junté toda la fuerza para no quedarme dormida porque el agotamiento el día 6 ya se sentía en cada músculo. Obviamente, todos los alrededores de Mount Fuji, una de las tres montañas sagradas de Japón, está súper protegido. Se nota cómo los japoneses valoran la naturaleza y el respeto que le tienen, que también es uno de los pilares de la religión Shinto, la que practican la mayoría de los habitantes del país. Vimos la montaña desde tres puntos: la estación de Mount Fuji, el lago Ashi y Mount Hakone. Sin palabras, realmente es alucinante. Como decía una guía: ‘You veeery lucky! No clouds, veeeery rare!‘
Aprendizajes
Hay algo de las vueltas de la vida que no se puede explicar. Un día surgió la oportunidad de ir a uno de los destinos que más me llamaba la atención, literalmente el número uno en la lista de viajes por planear, y casi digo que ‘no’ por un compromiso que terminó cayéndose la semana siguiente. El vacío que me dejó esa decepción lo alimento con esta vida y este viaje, que desbloqueó espacios de mi cabeza y activó cables de creatividad incalculables. Esto me demostró que seguir el instinto es lo más sabio, y tener a la gente adecuada alrededor para incentivar y apoyar tus locuras es un privilegio aún mayor que poder subir a un avión y sentir energía, vida y ansiedad de la buena.
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Rumbo a Mt Hakone y Lake Ashi |
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Para ayudarme a recorrer usé la aplicación Visit a City que me pareció súper últil. Podés bajarla al teléfono y no necesitas conexión a internet.
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