Te aMéXICO
Ir a Ciudad de México no me llamaba mucho la atención. Por nada en particular, sino simplemente porque no era un destino en el que me detuve a pensar. La pasión de Andrés por la cultura y comida mexicana pudieron más y, en apenas unos días, planeamos un fin de semana largo que quedó para la historia.
El viaje empieza antes de partir
Unos días antes de partir me junté con Anne Charlotte, posiblemente la amiga más viajada que tengo en este mundo y quien considero que tiene un excelente gusto y juicio por todas las cosas. Cuando le conté que íbamos a Ciudad de México y que no tenía mucha expectativa me dijo:
—¡Estás loca! Es una de las mejores ciudades del mundo, y sin duda la mejor de Latinoamérica.
Quedé en shock.
Procuré igualmente mantenerme al margen de la circunstancia y dejarme llevar por la sorpresa de lo que podía significar CDMX (Ciudad de México), y no pudo haber sido mejor.
¡Hola México!
Llegamos a las 7:00 de la tarde. Hacia las 8:30 ya estábamos listos para salir a caminar por Condesa, el barrio (o colonia como le dicen allí) donde nos recomendaron quedarnos. No les puedo explicar la sensación tan extraña que me dio de sentir que estaba paseando por Buenos Aires, lugar que para mi es tan familiar. Eso significó una inmediata conexión con la ciudad que me marcó desde el primer segundo. Al caminar hasta nuestra primera parada (comer tacos) sentí una inmensa tranquilidad, así fuera de noche. Las calles amplias, tranquilas y limpias, así como las casas con colores tal cual uno esperaría de México, me hicieron sentir tan a gusto, tan bien, que pensé: yo acá podría vivir.
Después de comer delicioso en un lugar que se llama La Capital volvimos al hotel que estaba perfectamente ubicado en uno de los extremos de Parque México. Supe después que mucha gente opta por Airbnb en CDMX porque los hoteles no son tan buenos. De hecho, conseguir el nuestro a buen precio y con habitaciones cómodas nos costó bastante, así que si estás pensando en ir te diría que le des una ojeada a Airbnb también.
Rumbo a Teo
Al otro día madrugamos para ir a las pirámides de Teotihuacán. Hay varias formas de llegar, pero un amigo nos recomendó simplemente tomar un Uber puesto que llegas más rápido y es muy barato. Al llegar simplemente se caminan unos pasos desde el estacionamiento y enseguida se ven las pirámides a lo lejos. La idea de ir temprano es clave para evitar el calor que alrededor de las 10:30 am ya empieza a «picar» y dificulta la subida empinada hacia la cima de la pirámide del Sol y la Luna.
Puesto que mi maestría es en Estudios Latinoamericanos, había escuchado historias sobre este lugar innumerables veces, y ni que hablar de su importancia para toda la comunidad centroamericana y el mundo. Para mi fue muy especial caminar por esos lugares de los que había leído tanto, y mi mejor recuerdo hoy es haber sentido toda la energía de un lugar tan sagrado. Parece una locura, pero pasaban las horas después de haber regresado a la ciudad y todo me daba electricidad, me sentía la piel con chispas y mucho más sensible. Hablame de experiencias.
Después de dos horas de caminar con toda tranquilidad por las tierras de Teo y de disfrutar de esa brisa energizante, salimos a la carretera a esperar al Uber en un restaurante tomando una deliciosa —y merecida— michelada.
CENTRO HISTÓRICO
De regreso nos quedamos en el Parque Alameda, un parque inmenso y divino que marca el inicio del Centro Histórico de Ciudad de México. Uno de los caminos centrales del parque te lleva directamente hacia el Palacio de Bellas Artes, un edificio espectacular con cúpulas en amarillo y naranja que lo destacan de cualquier otro edificio similar en este mundo. Eso me llevó a pensar «esto es lo que nos hace latinoamericanos»: algo que puede parecer tan típico le agregamos un toque de color, energía, luz, sabor, y lo diferenciamos de los demás. Lo hacemos nuestro «latin style». Miramos hacia arriba y vimos una terraza que tenía una vista perfecta de la plaza y el palacio, así que decidimos subir a descansar unos minutos y apreciar la vista desde allí. La terraza pertenece a un café que se ubica en el noveno piso del Sears, cuya entrada está justo enfrente a la entrada principal del palacio, nada memorable, solo la vista.
Después de un jugo seguimos camino hacia la Plaza de la Constitución por la peatonal Av. Francisco Madero. Esta peatonal tiene a lado y lado unos edificios, iglesias y tiendas de lo más lindos que hacen que el paseo de 5 cuadras dure horas. Se puede ver rápidamente el esfuerzo que hay por recuperar el área y por evitar que la llegada de tiendas de ropa internacionales, así como el mantenimiento de las fachadas y la iniciativa de que la renovación, le quite la escencia. Por estas calles es fácil darse cuenta por qué los españoles la nombraron la Nueva España, ya que se puede confundir con cualquier calle de aquel país. Tan es así que, al igual que las plazas de España, al final de la peatonal se divisa una catedral inmensa, la más grande de América Latina, un elemento fundamental en la planeación de este tipo de plazas. De frente se encuentra el Palacio Nacional y a la derecha otros espectaculares edificios coloniales que hoy ocupan oficinas del gobierno.
A simple vista parece que el recorrido termina ahí, pero no. Rodeando la Catedral hay un camino que atravieza la Plaza Seminario y lleva hacia el Templo Mayor, una construcción de la civilización Azteca descubierta debajo de la ciudad. Claro, la cuestión es que los españoles llegaron y vieron estas fabulosas pirámides y construcciones y decidieron poner sus cosillas encima, no fuera cosa que en algún momento se acordaran de dónde venían. Sin embargo, al encontrar todo esto nuevamente, muy tranquilamente abrieron paso en el medio de la ciudad para sacar a relucir tan espectacular patrimonio.
Mirando hacia arriba nuevamente vimos una terraza que seguro nos daba una visión aérea única de todo este espacio donde contrastan y compiten la Catedral, el Templo Mayor y el Palacio Nacional. La metáfora que revela tal composición fue una loca revelación para dos nerds de la historia como Andrés y yo, nada que hacer. La terraza queda arriba de una librería y pertenece al restaurante El Mayor que cuenta con un café al lado. El lugar está bueno para tomar algo, pero no tanto para comer.
Por la noche fuimos a comer a Polanco, el barrio «pijo» de CDMX que, si bien no es nada del otro mundo, cuenta con excelentes restaurantes. Nosotros fuimos a Agua y Sal , una taquería sencilla con poquitas mesas que nos emocionó al segundo bocado. Para Andrés, que comer tacos es una cuestión de vida o muerte, fue lo máximo porque los sabores son totalmente diferentes y cuentan con algún detalle más «gourmet» que supera de cualquier taco que podemos encontrar en Bogotá. Súper recomendado este lugar.
Coyoacán Locura
Siempre que conozcas a un local en el destino que vayas a visitar no olvides preguntarle a dónde ir. Los locales siempre tienen «la posta» y en general tienen esos secretos bastante bien guardados. Así fue como terminamos en Coyoacán, uno de los mejores lugares al sur de CDMX.
La primera parada obligada es el Museo de Frida Kahlo, una casa pintoresca pintada de azúl fuerte y ventanas verdes en una esquina bulliciosa del barrio. Importantísimo comprar las entradas antes porque la fila que se forma es demencial y nadie quiere estar perdiendo tiempo en filas, claro está. El recorrido se puede hacer en apenas 1 hora porque la casa no es enorme y, además, las mejores obras de Frida lamentablemente andan por el mundo y no en su preciosa casa. El jardín es quizás de lo más llamativo por su tamaño y lo bien que está mantenido. También es impresionante caer en cuenta que la historia de ese lugar va más allá de Frida, puesto que hasta Trotsky vivió con Frida y Diego un tiempo y de hecho murió en un atentado a escasas cuadras de allí.
A apenas algunas cuadras se encuentra la plaza del barrio con dos iglesias de lo más lindas, restaurantes y un mercado de artesanías ideal para comprar algún recuerdo a precios razonables. Lo mejor de todo está en el Mercado de Coyoacán, la cuna de las tostadas mexicanas (nada tienen que ver con las tostadas de pan que comemos los uruguayos). Mi amigo nos dijo que comiéramos ahí, y cómo no hacerle caso. Mientras todos pedían de a una tostada, nosotros pedimos siete. En nuestra defensa, pensamos que eran chiquitas como las que te sirven en Bogotá, pero cada una era gigante. Dos de pulpo, una de cochinita, una de langostinos y ya no me acuerdo que más, me mareo solo de pensar de nuevo en esa bandeja llena de tostadas. ¿De postre? Otra de cochinita pibil. ¡Qué cosita más rica por Dios!
Por la noche fuimos a un bar muy cool a encontrarnos con una amiga mexicana, Cristy, que hacía ocho años no veía. Fue muy fuerte volvernos a encontrar después de tanto tiempo en esta ciudad, ya que las dos anduvimos por todo el mundo viviendo y viajando y de pura casualidad ella estaba ahí. Nos llevó a un bar muy buena onda y fuera del radar que se llama Casa Franca (el bar, no el restaurante, están a media cuarda). Ricos tragos, buena comida, gran música y divina compañia.
Chapultepec y alrededores
El Bosque de Chapultepec es el pulmón de la ciudad con 686 hectáreas de verde, lagos, museos y demás. Te podés quedar horas caminando por ahí, disfrutando de cada rincón y viendo cómo se desarrolla el día a día de los locales.
Nosotros empezamos el recorrido en el Museo de Antropología que alberga unas piezas fabulosas de los Aztecas, Mayas y otras comunidades indígenas. Las muestras y salas son absolutamente impresionantes, con un trabajo espectacular de reconstrucción y un recorrido fácil y divertido de seguir. Imperdible es el jardín que rodea el museo que imita algún lugar en la selva cuando, en realidad, estás en el medio de una de las ciudades más pobladas del mundo. Demasiado bueno.
Adentrándonos en el bosque fuimos rumbo al Castillo de Chapultepec. Por lo visto, en México cuando dicen castillo, es un castillo de verdad (no como otro que yo conozco por mis pagos, cuack). Una pequeña escalada de 20 minutos te deja en la entrada del castillo que está estratégicamente situado en un monte en el centro del bosque. Desde la época precolombina toda esta área esta protegida, y milagrosamente continúa de esa forma hasta el día de hoy. Es el único castillo donde vivió la realeza europea en todo América, fue la residencia del Emperador Maximiliano I de México (si… emperador de México, ¡qué tal!) y recién en 1806 lo compró la Ciudad de México quien lo declaró patrimonio nacional y lo convirtió en sede del Museo Nacional de Historia (podés ver más fotos de cada paseo en el insta de YNSDA haciendo click aquí).
El mejor recorrido después de ver el castillo es ir rumbo al Paseo de la Reforma, una avenida enmarcada con rascacielos que contrastan fuertemente con el Bosque y el legado colonial pero no por eso quedan mal. Camino adentro te topas con cientos de Starbucks (raro), el precioso Ángel de la Independencia y otros monumentos que acompañan a cada lado de la avenida.
Roma y Condesa
El cansancio se hizo notar al final de la tarde y después simplemente nos dispusimos a hacer «bar hopping» por Roma y Condesa, los dos barrios más lindos de la vuelta. Comimos unos clásicos churritos de El Moro y después muchos y variados tacos. sin. parar. Nos quedamos pensando qué tal sería vivir ahí, qué barrio sería el mejor y cómo sería nuestra rutina. Reflexionamos que los que nos quisieron asustar con el tráfico claramente no conocen Bogotá. En Ciudad de México el tráfico es pesado, no es un chiste, pero cuando se hace vida de «barrio» el tráfico ni se ve, ni se escucha, a diferencia de Bogotá —donde vivimos ahora—, donde cualquiera de las dos opciones es brutalmente imposible. El bocinazo en Bogotá es un mal irremediable, se usa sin sentido y te atomiza todo el día ; además, no importa en qué lugar estés, tráfico hay siempre. CDMX no es así, uno puede escaparse ciudad adentro y no ver ni un auto pasar y lo mejor, estar en silencio, créalo.
Un lado B, no tan positivo
Lo que sí debo decir es que me shockeó fuerte el nivel de machismo. Quien nos atendía en el desayuno del hotel nunca se detuvo a mirarme mientras pedía un café con leche con huevos revueltos, miraba a Andrés. Los conductores de Uber —todos hombres— le charlaban a Andrés en singular: «¿Cómo está pasando?¿A dónde fue usted hoy?» y así. Yo básicamente fui un fantasma en esos intercambios. De hecho, cuando hacía preguntas no me contestaban a mi, sino a él, e incluso un guía turístico de Teotihuacán tuvo el descaro de contestarme con una grosería mientras lo miraba a Andrés. En muchas cosas diría que la ciudad está despegada, adelantada, incluso a niveles de las mejores ciudades que tuve la suerte de conocer, pero en este aspecto amigos, falta una remada dura.
Dicho eso, pasamos brutal. Me encantaría volver más tiempo para tomarme alguno de esos paseos con más calma, o quizás mecharlo con algún otro programa más conectado con la naturaleza por fuera de la ciudad. Pero los viajes son así, especialmente los viajes relámpago, te dan mucho, te hacen cuestionarte cosas (¡qué lindo!) y te dejan con ganas de más. Yo digo: Viva México, hasta pronto, ojalá.
*¡No te olvides de entrar al Instagram de Yo No Soy De Acá para ver más fotos y recorridos minuto a minuto por Ciudad de México y demás!
Stella Maria
on 18 mayo 2018¡Muy bueno! Ya estoy comprando los pasajes!!
María del Carmen Perrier
on 18 mayo 2018Grande, ma 🙂 ¡Vamos! jeje
Teresa FAVARO
on 18 mayo 2018Espectacular !!!!! Consejos prácticos y divertidos…….con capacidad de asombro y ganas de sorprender en casa esquina. Valorando la cultura de ese gran país……me dieron muchas ganas de volver….gracias
María del Carmen Perrier
on 18 mayo 2018Ea divina! Gracias por estar ahí y viajar conmigo 🙂 Besote!
Rosina Otegui
on 19 mayo 2018Genial !!! Me encanta como nos llevás contigo en tus viajes y nos contás lo que sentís al ver tantos lugares fantásticos 😊👏 … México, una maravilla, tal cual tú lo decís. Volví a visitarlo con tu relato y tus fotos increíbles y me dieron ganas de volver ! Y para quienes no lo conocen, la tuya es una manera brillante de entusiasmarlos y sugerirles como disfrutar al máximo su viaje … Muchas gracias !!!
María del Carmen Perrier
on 19 mayo 2018¡Qué alegría que hayas podido volver y disfrutar conmigo! La verdad es que pasamos increíble en CDMX, ¡qué gran ciudad! ¡Beso gigante!
Johnd281
on 3 julio 2018Wonderful blog! I found it while surfing around on Yahoo News. Do you have any suggestions on how to get listed in Yahoo News? I’ve been trying for a while but I never seem to get there! Thanks kdaeegbgfdce
Maria del Carmen Perrier
on 9 julio 2018HI! I really don´t know how it ended up there, haha. I guess the categories really work for each post. Try that out! Best, María.
Fiorella
on 6 diciembre 2019Hola Maria, cuanto tiempo estuviste en CDMX, voy ahora en diciembre unos dias y queria saber cuanto te llevo todo lo que hiciste, muy interesante y me encanto saber que actividades poder hacer.
Maria del Carmen Perrier
on 6 diciembre 2019¡Hola Fiorella!
Vas a amar Ciudad de México, ¡es divino!
Yo fui cuatro días. Si bien estuvo bien de tiempo, creo que con dos días más quizás podríamos haber visto las cosas un poquito más despacio y tranquilos. Yo me acuerdo que al final estábamos haciendo todo un poco a las corridas y vale la pena sentarse en cada comida despacio, disfrutar, recorrer los mercados, las plazas… ¡realmente es una GRAN ciudad! Cualquier cosa escribime de nuevo. ¡Besos!!!