Paseos en Colombia: Roadtrip por Boyacá
Pocas cosas me gustan tanto como los paseos en auto, donde no hay nada pautado y las decisiones se toman en el momento. Por suerte, desde Bogotá hay varios paseos para hacer en este formato. Los más típicos son Villa de Leyva, Zipaquirá y la Catedral de Sal, y un paseo a la Laguna de Guatavita. Pero la oferta no termina ahí.
El último fin de semana largo decidimos alquilar un auto con Andrés para ir a conocer alguna otra parte del departamento de Boyacá, el que se encuentra justo al norte del departamento donde está Bogotá, Cundinamarca. El plan inicial era conocer Playa Blanca en la Laguna de Tota y los pueblos de alrededor, especialmente Monguí, pero como era de esperarse no hicimos todo tal cual.
Salimos el sábado por la mañana rumbo a Paipa, donde decidimos hacer base por la tranquilidad y porque la mayoría de los hoteles cuentan con piscinas de aguas termales. No demoramos más de dos horas y media por una autopista perfecta, aunque con varios peajes que encarecen bastante el viaje. Reservamos una habitación en el Estelar Paipa Hotel y Centro de Convenciones, un hotel no muy ‘fancy’ pero de lo más prolijo, con buen restaurante y actividades sobre el lago. Ese día aprovechamos las termas y las piscinas de agua caliente con un clima mucho más amigable que el de Bogotá y descansamos, porque ese también era el plan: leer y dormir.
Laguna de Tota
Al otro día tomamos el auto y partimos rumbo a la Laguna de Tota, específicamente a Playa Blanca, uno de los destinos más populares entre los colombianos. Se trata nada menos que de una playa a más de 3.000 metros sobre el nivel del mar en una de las lagunas más extensas de América. El camino es paradisíaco, ya que hay que atravesar varios pueblitos de lo más pintorescos y la ruta te obliga a subir y bajar las montañas que regalan unas vistas espectaculares. Lamentablemente, la llegada a Playa Blanca fue una decepción total porque estaba repleta de gente y, a decir verdad, no es un espacio ni muy limpio ni ordenado. Así que simplemente ‘miramos y nos fuimos’ y seguimos rumbo a Aquitania, otro de los pueblos alrededor de la laguna y el único donde se podía frenar a comer algo.
Aquitania no vale mucho la pena, pero el paseo en auto hasta ahí es tranquilo y lindo. Fundamental abrir las ventanas y sentir los diferentes aromas que emergen de los cultivos que caracterizan la región —entre ellos la cebolla, que se siente fuertísimo de a ratos. Aunque no es como estar pelando cebolla en la casa, ¡es bastante raro!—.
Después de pasar por Aquitania se recorre uno de los tramos más memorables, ya que la ruta va bordeando la laguna rumbo a Sogamoso, hacia el norte, entre picos de montañas, curvas, miradores y laguna. La verdad que cualquiera apostaría que se trata de una vista digna de un paisaje Suizo —dicho por los suizos mismos que vinieron por aquí—. Para los que le gustan los paseos en carro, es una opción perfecta.
Parada en Monguí
Ya hacia las últimas horas de la tarde tomamos la decisión de seguir hasta Monguí, un pueblo que nos habían dicho que era espectacular. El autoproclamado ‘pueblo más lindo de Boyacá’ realmente es una visita que vale cada kilómetro. Sus casas blancas con ventanas decoradas en rojo y verde y balcones repletos de flores, reciben a los visitantes con soberano orgullo.
Históricamente Monguí se hizo conocido por la cantidad de fábricas de balones tejidos a mano que se instalaron aquí en 1930. Hoy en día el negocio y la tradición se ven seriamente amenazados por las nuevas técnicas de fabricación de balones, pero eso no ha hecho que los habitantes de Monguí dejen de sentirse orgullosos de sus costumbres. ¡No vale irse de Monguí sin comprar un balón! Yo, por ejemplo, me llevé dos réplicas de los balones con los que Uruguay salió campeón del mundo en fútbol que están tre-men-das.
Punto y aparte
Monguí terminó siendo un escenario para tomar fotografías espectaculares que no me voy a olvidar jamás. Hacia las 5 de la tarde, después de unos minutos de llovizna, se asomó el sol calentito de la tarde. Ya no circulaba mucha gente por las calles de Monguí, a pesar de ser domingo y fin de semana largo. Estábamos recorriendo la última calle del pueblo, una que va cuesta abajo desde la Catedral hacia un puente colonial por donde se cruza el río, y aprovechando para tomar fotos de las fachadas, cuando sentimos de repente el balido de un rebaño de ovejas detrás. Nos dimos vuelta y automáticamente el foco de la foto cambió en el momento que vimos a esta niña de no más de 16 años con vestimenta típica y su rebaño cruzando el puente con llamativa determinación, como si todos los turistas que estábamos ahí no existiéramos. Al regreso del paseo esta fue la primer foto que publiqué en la cuenta de Instagram del blog, y fue furor. Ya se compartió más de 20 veces en diferentes cuentas, siendo una de esas @passionpassport , una cuenta fabulosa de viajes e historias que sigo hace años y me encanta. ¡Al momento de publicar este post la foto ya había pasado los 18,000 likes!
Como se hizo ya bastante tarde, volvimos directamente al hotel liquidados de cansancio. Al otro día, recorrimos un poco de Paipa y alrededores con el auto y después seguimos directamente rumbo a Bogotá. Otros pueblos que se pueden hacer el domingo si el tráfico del retorno no es problema son Tibasosa y Nobsa. Si quieres hacer este viaje y precisas más información, no dudes en escribirme o dejar en los comentarios debajo cualquier pregunta.
Moraleja: no le temas al turismo interno, a veces te deja los mejores recuerdos y te regala las mejores sorpresas.
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