Cosas que decir: Pies
Una de las cosas que más me gusta en el mundo es sentir mis pies hundiéndose en la arena. Cada vez que empieza el calor y voy en camino a tener contacto con el mar nuevamente, la arena se presenta como una intermediaria que me prepara para un nuevo comienzo. Será quizá porque nací en el hemisferio sur y el calor es sinónimo de año nuevo, pero tocar la arena para mi significa, desde que tengo memoria, el fin de un ciclo y el comienzo de otro.
Entiendo que esto pueda parecer como si le estuviera dando demasiado protagonismo a la arena, pero es verdad. Hay algo en ese contacto de los granitos escapándose entre mis dedos que me reconforta enormemente. Además, al congelar la mirada durante varios segundos sobre los pies comienzo a viajar y a recordar muchas cosas. Entre ellas a mi abuela materna.
Cuando era chica, mi abuela se iba todos los febreros de viaje con las amigas a una playa en Brasil. A su regreso, todos la esperábamos para retomar los almuerzos de los sábados en su casa y recibir un regalito que casi siempre era un vestido colorido de estampados llamativos para mis primas menores y para mí. Pero más allá del regalo, me acuerdo de disfrutar observarla y darme cuenta de cuánto había cambiado en esos días sin verla.
Siempre regresaba contenta y rejuvenecida de haber pasado horas jugando a las cartas, leyendo o mirando el mar. Su piel quedaba seca y bronceada seguramente por unas largas siestas inducidas por el sonido de las olas de fondo. En uno de esos retornos, recuerdo que sus pies me llamaron poderosamente la atención, ya que éstos habían alcanzado un color oscuro mucho más profundo que el resto del cuerpo. Yo sabía que el contraste sucedía porque, en general, los pies eran lo único que se rehusaba a poner debajo de una sombrilla. Jamás.
Ese día, cuando me vio mirándoselos me dijo:
—¿Qué pasa mi vieja? ¿Qué estás mirando?
—Tus pies, Bita —le contesté, —¡están muy quemados!
—¿Viste qué lindos mis pies? Yo tengo pies lindos —exclamó como si esa hubiese sido la afirmación. Yo me reí. Ella miró los míos y me sorprendió con un:
—¡Los tuyos también son lindos! —y salté regocijada como siempre con cualquiera que fuera su ponderación.
Siempre que podía mi abuela estaba descalza, algo que heredé de ella, estoy segura. Yo podría estar descalza cada segundo de mi vida y, en su casa, a donde iba religiosamente todas las semanas, estaba tan permitido estar descalzo que apenas entraba me sacaba los zapatos. A veces, directamente iba sin ellos.
Me quedé sorprendida con su mensaje porque nunca me había detenido a ver mis pies. Era verdad, no son tan feos. Son bastante proporcionados y no tienen nada raro que llame demasiado la atención.
—Mirá, ¡hasta son parecidos!
Pusimos nuestros pies al lado formando una hilera de cuatro pies que nosotras dos considerábamos agradables, muy orgullosas de ello. Los míos no eran tanto más chicos porque ella calzaba poquito, pero sí estaban más claros y no los atravesaban líneas de tantos colores.
Quizás me lo dijo para sacar tema porque sé que no es fácil entablar conversaciones con adolescentes así no más, pero ese día mis pies ascendieron a un estatus sagrado. En la búsqueda por siempre tener algo de ella que nadie me pudiera sacar, no solo lo tenía finalmente, sino que tenía la suerte de apoyarme sobre eso todos los días.
Los siguientes veranos desde entonces, una vez que mis pies pasan dos o tres días al sol siempre afuera de la sombrilla, comento de la nada:
—¿Viste qué lindos mis pies? Yo tengo pies lindos.
“Pies para que los quiero si tengo alas para volar”, dijo Frida Kahlo en una frase que me encanta por toda su poesía. Y a la vez pienso: “Pies, cómo no los voy a querer, si son la manera que tengo de volver.”
Ilustración ©MeryDePaula
Rosina Otegui
on 11 abril 2022Un placer leer tu blog !!! … Que buenas las incorporaciones de diseño y música que complementan tus palabras y ayudan a transmitir tu mensaje ! …Que maravilla la vivencia de los pies de Bita y los tuyos !!! Lindo saber que, así como Frida Khalo nos dice que no necesita sus pies porque puede volar, tu nos contás que los tuyos te sirven para volver 🤗 Muchas gracias 😊
Maria del Carmen Perrier
on 11 abril 2022¡Qué bueno saber que les gusta el blog con las renovaciones y nuevas incorporaciones! Se armó realmente un equipo que empuja el blog hacia lugares cada vez más creativos y distintos para darle nuevos ángulos a las historias:) Me gusta el hecho de que a través de una palabra contemos puntos de vista que pueden ser distintos, y ambos estar bien. Creo que eso pasó con “Pies” 😄👍🏽. Beso enorme!!!
Coca
on 12 abril 2022No puedo amar mas como escribis y me transportas a ese lugar, emocion y sensacion. Es como estar con ustedes ahi. Y ese final. Volar y volver, siempre mi melli. En honor a vos y a Bita me saque las zapas y las medias y puse los pies al sol. Gracias por este mimo.
Maria del Carmen Perrier
on 12 abril 2022Ayyy… ¡siempre las patas al sol juntas en una playita del sur! Gracias por estar y apoyarme en todas 🙂 Love u
Pao Cardenas
on 13 abril 2022Te prometí que estaba en primera línea 🙋🏻♀️
Aquí mis tres pensamientos automáticos:
1. María quiere tanto a su abuela como yo a la mía.
2. Hay que llegar a vieja como la abuela de María.
3. Que cool lo de agregar la música -aunque no puedo oír la canción ahora porque las peques duermen al lado mío-
Todo el amor del mundo para ti y la luz para este nuevo arranque! Nada más lindo que los comienzos 🤗💜💜💜