Marruecos: perdida en un sueño
Ya pasaron un par de años desde que fui a Marruecos, pero algo en ese viaje aún sigue en mi mente como un mágico encuentro con las estrellas y otra realidad. Aquí te cuento nuestro itinerario y, al mejor estilo Yo No Soy de Acá, un poquito más.
Planificación segura
Corría el año 2016… Aún vivía en Barcelona. Estaba a punto de terminar mi maestría, con mucho esfuerzo también la tesis, estaba a 4 meses de casarme y organizando mi regreso a América. Mientras escribo esta lista me doy cuenta de por qué me sentía tan absolutamente abrumada y sobrepasada. Todo lo había soñado, y lo quería, pero inevitablemente me había puesto una lista de tareas emocionalmente desafiantes muy pero muy juntas una de la otra. En medio de todo esto, con el corazón a 200km/h de los nervios y la piel sensible hasta a la brisa del mar, comenzó la idea del plan a Marruecos.

Punto de partida
Desde Barcelona la planificación es sorprendentemente fácil. Tanto así que se puede ir por apenas un fin de semana y con un muy bajo presupuesto, razón por la cual se convirtió también en una cita obligada antes de irme. Comenzamos a buscar diferentes agencias que tuvieran todo medio armado porque viajábamos 5 chicas solas y nos pareció la mejor idea. Después de dar cien vueltas terminamos con una agencia muy original de nombre «Viaje en Marruecos». Todas las agencias finalmente usan el mismo operador así que, en realidad, lo único que te puede guiar en la elección es la amabilidad y disponibilidad de las personas que te coordinan todo desde España. Mis compañeras de viaje eran todas argentinas y no tuvieron que sacar visa, pero atención uruguayos, a nosotros sí nos toca sacar visa. El trámite es fácil pero hay que ir con algo de tiempo porque no siempre es tan rápido el proceso.
Para tener en cuenta antes de salir
El precio de un tour básico de tres o cuatro noches no pasa los 300 euros. Si la idea es hacer un tour 100% de bajo presupuesto y piensan irse en una aerolínea low-cost, tengan en cuenta el tema de la valija. En Marruecos hay unos mercados y artesanías que se te bajan las medias. Todo es espectacular, colorido, único y te dan ganas de llevarte todo. Mi consejo es que incluyan en el presupuesto inicial un extra para pagar una maleta. De lo contrario, se van a quedar con ganas de llevarse sus cositas y van a estar estresados todo el viaje con la mochila de 10kg que permite este tipo de empresas.

¡Bienvenidos a Marruecos!
Si bien el aterrizaje fue en Marrakech, no vimos más de la ciudad hasta el último día. Dormimos en el Hotel Islane que, lejos de ser algo lujoso, cumplió con lo básico y tiene una terraza con una vista divina. El segundo día ya partimos hacia el Valle del Dades, un viaje de aproximadamente 350km que obliga a tener en cuenta el medio de transporte hacia el desierto antes de salir, ya que se hacen muchos kilómetros sin parar y puede ser pesado si no se va en algo muy cómodo. Dejando eso un poco de lado, es maravilloso conocer el interior de países desconocidos. La gente, los colores y los horizontes de arena interminables con escasos toques de verde lo hacen una experiencia única y disfrutable en cada segundo.
Parada en Kasbah de Ait Benhaddou
Una de las paradas en el primer día es en Kasbah de Ait Benhaddou, un «recinto fortificado» que apareció en decenas de películas y series como La Momia, El Gladiador y sí, también Game of Thrones. Además de eso, y posiblemente más importante, fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1987. La caminata por ahí es espectacular y tiene unas vistas increíbles si se llega hasta la cima. Esa noche dormimos en un hotel súper pasable y fiel al entorno que se llama Le Chateau du Dades, que tiene unas vistas muy lindas, buenas y divertidas habitaciones y una comida de lo más rica (tahine, obvio).

El corazón del desierto
El siguiente día comienza oficialmente el camino al corazón del desierto por las Dunas del Erg Chebbi. El camino sigue siendo rojizo e increíble, tranquilo y tremendamente disfrutable, aunque con tramos largos y escasas paradas (eso es lo malo que tiene ir con días apretados). En este punto se realiza una parada «turística» de compras que termina siendo fundamental para comprar turbantes que después te protegen de la arena en el viaje en dromedario. Lógico, te hacen todo un «show» y te enseñan a ponértelo, te venden de todo (no tan barato) y luego se sigue camino.
Experiencia 4×4

En determinado momento, el guía —que era muy simpático—, nos dijo a las 8 chicas que estábamos en el tour que cambiáramos de transporte a una 4×4 que nos estaba esperando. Con turbante en mano, cuello y cabeza partimos a toda velocidad hacia un punto en la arena que resultó ser nuestro hotel. Qué risa y qué experiencia ver el sol caer en ese viaje, ya eso me causa nostalgia y felicidad, la verdad. Fue increíble. El hotel, o Riad Mamouche, estaba casi vacío porque fuimos en temporada baja, y por ende medio descuidado, pero muy lindo y súper recomendable, especialmente por la piscina que tiene una vista que parece Disney.

En dromedario ando
Al otro día, muy pero muy temprano en la mañana, ya estábamos en pie para salir a nuestro campamento en el medio del desierto. A la salida del hotel había una fila de dromedarios listos para un viaje de varias horas hacia el corazón del desierto de Merzouga. Por suerte estábamos en temporada baja y la fila de dromedarios era corta porque, según contaron los guías, esas filas pueden ser de hasta 50 personas… imaginate. El sueño y un poco de cansancio después de tantos kilómetros de ruta ayudaron para hacer eco del silencio del desierto. Pasamos del frío a un calor sutil en la espalda, y mientras nos balanceábamos de un lado al otro en cada paso en falso del dromedario en la arena, nuestras sombras bailaban extasiadas sobre la manta anaranjada del desierto. La soberanía de un horizonte eterno provoca un desapego al resto del mundo que es de las cosas más relajantes del mundo, y me disculpan la poesía pero es que no es Marruecos si no tiene un toque romántico.

Acampar en el corazón de Merzouga
De mancha negra inalcanzable a campamento en el desierto. Nos instalamos en las jaimas de bereberes que nos tenían preparadas y salimos a dar una vuelta. Al regreso nos esperaba una fogata y comida (tahine, obvio). Antes de ir a dormir, nos fuimos con mantas y alfombras a tirarnos a ver las estrellas lo más alejadas del fuego y el resto de la gente posible. Boca arriba, volvimos a ser las niñas de 20 años que se encontraron por primera vez en el pasillo de una universidad en Buenos Aires bajo una vía láctea que brillaba como nunca, o eso creo. Y nos reímos…de algún chiste, seguro, pero también simplemente de alegría. ¿Alguna vez te vino un ataque de risa simplemente por la sensación de alegría? Es la corriente de energía más dulce de la vida. Me acuerdo que, esa noche, cuando volvimos a ser nosotras de 20 años, esa noche, pasó eso.

Amanece
Al otro día, después de una noche donde pasamos muchísimo frío, despertamos al alba para ver salir el sol. La temperatura no subía y estábamos abrigadas hasta la cabeza. Con medio ojo cerrado subimos nuevamente al dromedario y comenzamos a trazar el camino de regreso con las huellas del animal. En cuanto se asomó el sol, el guía nos instó a bajar y nos sentamos en las dunas a verlo salir. Silencio, y más silencio. Si hay algún momento para absorber realmente de todo este viaje es éste, pues ninguna otra salida del sol se acerca a la salida del sol sentada en el medio del desierto. Nos abrazamos, pensamos, meditamos, agradecimos y sin más, volvimos.

Marrakech
De regreso a Marrakech se siguen visitando lugares espectaculares de este país. El trayecto incluye unas vistas impresionantes del Alto Atlas, el Valle de Draa y Ouarzazate. El camino es largo y se llega a la ciudad por la noche, pero eso no nos detuvo a irnos directamente a ver de qué se trataba el bullicio que llegaba desde la Plaza Yamaa el Fna. Es un espectáculo sin igual, con artesanos, vendedores y demostraciones de hazañas de todo tipo. Se siente el aroma de la comida callejera y los sonidos de las mezquitas que rodean la plaza. Para verlo de cerca basta con dar muchas vueltas y caminar con atención por cada puesto. Para ver el show desde arriba, hay varias terrazas donde se puede comer y descansar con una mejor vista.
La Medina y dónde quedarse
Probablemente cuando visites Marruecos nunca te alejes demasiado de la Medina. Esta armadura urbana rodeada de murallas es la vida de la ciudad y donde puedes ver la cultura en su máximo esplendor. Para completar la visita es fundamental quedarse en un Riad, la mejor opción de hospedaje aún si el tour no lo incluye, ya que te permite adentrarte aún más en la cultura y formas del país. Durante el día es notable el contraste con la vibra de la noche, ya que es mucho más tranquilo y los vendedores parecen más calmos. Una guía nos acompañó por los lugares más icónicos dentro de la Medina como Medersa Ben Youssef, la Menara, el Museo de Dar Si Said, el Jardín del Agdal, las Tumbas de los Saadianos y los Palacios Badi y de la Bahía. No te alejes del grupo porque te perdés, en el mapa y en el sueño comienza cuando recorrés este impresionante lugar.
Lo que más me gustó de este viaje
Todo, la verdad que todo es especial y único. Muero por volver con Andrés, y una buena valija obviamente, a recorrer todo y quizás agregar Fez y otros lugares dentro de Marruecos. La comida a mi me encanta, pero no a todos les gusta la verdad. Pero lo que sin duda no tiene ningún tipo de comparación con nada de lo que yo haya hecho es con esa noche en el desierto, viendo el cielo más espectacular del mundo y las estrellas que parecen correr unas entre otras una carrera en todas direcciones. ¿No sabés a dónde planear tu próximo viaje? Marruecos puede ser la mejor opción que te puedo decir en este momento.
Mis recomendaciones
- Dedicá tiempo a planificar este viaje para disfrutarlo a tope.
- No te quedes sin valija para llevarte unos buenos souvenirs, yo me traje una alfombra que amo y tengo en el recibidor de mi casa que compré por un muy buen precio (pero que tuve que traer escondida abajo de la mochila hecha un rollito en la espalda).
- Asegurate de que te confirman el automóvil del traslado, las comodidades de las instalaciones en el desierto y qué incluye el itinerario (suelen querer cambiarte todo a su gusto).
- Destiná al menos dos noches en la medina, si es en un riad, mejor.
- Preparate para repetir tahine, mucho. Si no te gusta la comida especiada, mejor planificá una alternativa por tu cuenta de antemano.
- No es fácil llegar a este destino desde Sudamérica, así que, cuando vayas, no pierdas un minuto pensando en nada que no sea estar ahí, presente, en ese momento y destino tan absolutamente mágico. Dejate perder en el sueño de Marruecos.
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