La suma de las partes
Por Andrés Uribe Orozco
Fragilidad. Esa es la palabra que se me viene a la mente cuando pienso en estos días de cuarentena y la amenaza del covid-19. Fragilidad de nuestros sistemas, de nuestros gobiernos, de nuestra economía y, en definitiva, de todo nuestro cuerpo.
Lo más sorprendente no es que seamos frágiles, en el fondo eso todos lo sabíamos: nos caemos y nos rompemos un brazo o una pierna, nos golpeamos la cabeza y nos sale un chichón, e inclusive nos podemos cortar con una simple hoja de papel. Lo realmente sorprendente es el espejismo y la ilusión colectiva bajo la cual vivimos como sociedad, en donde creemos que lo que está pasando jamás nos pasará a nosotros o a los nuestros. Ese espejismo bajo el cual asumimos que nuestros gobiernos y autoridades están preparados o se están preparando para afrontar este tipo de crisis. Ese momento donde creemos que ciertas compañías son muy grandes para acabarse o quebrarse (el famoso “too big to fail”), que lo que nos ocurre hoy solamente pasaba en las películas, y que incluso en ellas había un héroe que lograba encontrar la solución a todos los problemas. Por tal motivo lamentablemente aquí estamos, esperando a ese héroe de ficción en medio del distanciamiento social.
Sin ir más lejos, hasta nuestras esperanzas y las historias que nos contamos para calmar el desasosiego colectivo son frágiles. Basta con mirar las noticias para entender que, al parecer, nadie sabe cómo manejar esta crisis y, los que lo están haciendo mejor que otros, solamente están tratando de ganar tiempo hasta que alguien encuentre una vacuna o un tratamiento efectivo. Mientras tanto, los muertos se cuentan por miles y los infectados por cientos de miles y la gente sigue sin entender que esto no es una gripa mientras tratan de desempolvar de sus recuerdos la diferencia entre el crecimiento aritmético y el crecimiento exponencial.
También son frágiles nuestros sentimientos, encerrados en casa, bombardeados por una cascada de información que nos cuenta a qué nivel del cuello está el agua. Es inevitable no sentir ansiedad, tristeza, angustia y preocupación. Una terrible desesperación. Pero luego nos contamos “otra de vaqueros”, otra de esas historias de mentira, y volvemos a respirar porque, hasta ahora, son las 11:00 am y faltan otras 13 horas de un martes cualquiera, de una semana que ni idea, de uno de estos primeros meses del perverso 2020.
Entonces, si sabemos que somos frágiles, que un soplo al otro lado del mundo derrumba nuestros castillos de naipes, ¿por qué hemos de seguir viviendo sin reconocer esa fragilidad y en vez no construimos sistemas, economías y sociedades donde se ponga en práctica lo que estamos aprendiendo en estos días?
Por qué si sabemos que, como humanos, sólo somos tan fuertes como el más débil de nuestros congéneres y que nuestra especie no está por encima ni es superior a la fuerza de la naturaleza, sino que somos parte de esa naturaleza. Por qué si sabemos que todos, absolutamente todos, somos corresponsables del otro. Porque conscientes o no, asintomáticos o no, ese “otro” tiene nuestra vida y la de los que queremos en sus manos. O mejor dicho, en sus pulmones.
Resulta que este frágil planeta es el que tenemos como nave espacial, y es el único que tenemos, así Elon Musk nos intente hacer creer que podemos llegar a Marte (además sabemos que usted, querido mortal, no tendrá cómo pagar el pasaje en caso Musk lo consiga). E igualmente, ¿por qué querría uno irse a una roca de polvo marrón cuando vive en una hermosa pecera donde se puede respirar sin casco y admirar playas y montañas? No le encuentro el menor sentido.
El planeta nos está mandando un mensaje. Uno muy claro, por cierto, y es que todos somos parte de un mismo organismo. Que no existe un “yo” sin un “otro” y que este coherente e interrelacionado sistema de partes que llamamos naturaleza no discrimina, no excluye y nos trata a todos por igual. La realidad que vivimos hoy es que el planeta nos está devolviendo lo que nosotros le dimos.
Finalmente, debo decir que si de esta no salimos aprendiendo a ser mejor especie y mejores habitantes de este planeta, la próxima crisis —porque créanme que vendrá otra— definitivamente nos va a agarrar más frágiles, más rotos y más egoístas. Y si el todo es la suma de las partes, propongo que hagamos un esfuerzo por sumar, y no por ser un cero.
stella
on 31 marzo 2020¡Muy bueno!
Coca
on 31 marzo 2020Siempre tan acertado, realista y claro.
A no ser un cero se ha dicho. Por mas mentes brillantes como las de ustedes que nos iluminen y corazones nobles que nos unan. Los quiero!
Made
on 1 abril 2020Excelente!
Mábel Giraldo
on 1 abril 2020Excelente Andrés. Muy acertada tu reflexión!
Selva
on 2 abril 2020Well done Andrés, muy cierto!