Cosas que decir: La Playa
14 de abril
El viernes 14 de abril me levanté a las seis de la mañana sin haber cerrado los ojos ni una sola vez. Hacía tres días se había determinado que Amalia tenía que llegar sí o sí antes del fin de semana. Si bien no estaba en riesgo, y yo tampoco, era mejor así para evitar cualquier complicación.
—No estoy lista —. le dije a Clau, mi terapeuta, en el segundo mensaje de texto que escribí después de salir de la consulta.
—Mi vida, para esto no hay preparación. Estás lista.
Llegué a la clínica y empujé mi corazón al cielo para que el resto del cuerpo pudiera funcionar como se esperaba. Cuando comenzaron a entrar las enfermeras y doctores a la habitación, respondí a cada pregunta perfectamente. Presenté todos mis documentos con orden militar. Me dejé estudiar y colocar todo tipo de medicamentos y sondas con los ojos perdidos en las paredes mantecosas mientras mi alma protegida miraba desde arriba cómo una escena sucedía a la otra sin dejarse manipular.
Cuando me dijeron que estaba todo listo y solamente tenía que esperar a que la partera me viniera a buscar para ir a la sala de parto, le pedí a Andrés mi teléfono y auriculares y puse a sonar un mantra que Clau me había enviado la noche anterior para este momento: RA MA DA SA, SA SE SO HUNG. El mantra de sanación.
Todavía no estaba herida, pero yo necesitaba empezar a sanar antes de que me abrieran por la mitad.
La playa
El 2017 fue un año difícil.
Llegué a Bogotá después de casi dos años en Barcelona pensando en que todo iba a fluir una vez aterrizara, pero eso no ocurrió. La ciudad me dio con un palo y, a pesar de haberme dedicado los cuatro años anteriores a preparar una base profesional sólida para conseguir un buen trabajo, no lo logré ni en el mediano plazo. Fui a todas las reuniones que me agendaron y activé todos los contactos que tenía. Pero a pesar de eso, durante muchos meses, no sucedió nada.
Hasta que un día me llamó un tal gurú de la comunicación. Al parecer, le habían recomendado conocerme porque podía ayudarlo en sus proyectos. Su llamada se sintió como si me hubiesen tirado un salvavidas. Necesitaba de aquella recomendación tanto como una oportunidad.
Su propuesta parecía un sueño hecho realidad para alguien con tanta sed de acción como la que yo tenía. La idea inicial incluía apoyo en talleres de comunicación y storytelling. Cada palabra que mencionaba endulzaba de a poco mis oídos. «Al fin», pensé. Este era el lugar al que quería llegar.
Sin embargo, después de varios encuentros —e incluso después de lo que yo considero que fue comenzar a trabajar—, el personaje mencionó de refilón, como rasgando la superficie de una charla casual, que yo todavía seguía en etapa de “prueba” y, que para que pudiera terminar de «confiar en mí», necesitaba someterme a una prueba de polígrafo.
—¿Sabés lo que es?
—Si, claro.
—¿Te importa?
—No. ¿Por qué? No tengo nada que esconder —. Se rio de mi respuesta. En realidad, por el solo hecho de haber sugerido semejante cosa que incluso está prohibida en algunos países, parecía que el que tenía algo que esconder era él. No me percaté de eso hasta algún tiempo después.
—Muy bien. Entonces te agendamos una cita y esperamos el resultado para ver cómo seguimos.
La noche anterior a verme cara a cara con el «detector de mentiras» me invadió una sensación de desconcierto total. Para calmarme, pensé que lo mejor que podía hacer era prepararme, así que como buen mortal de este siglo googleé una combinación de palabras muy original: cómo prepararse para una prueba de polígrafo. Los primeros resultados me derivaron a un blog que comentaba, entre otras cosas, que lo mejor era concentrarse en alguna experiencia agradable que estuviera fuera de la habitación de la prueba. En especial, sugería, debía ser un lugar que generara tranquilidad así el organismo respondía a las preguntas de la prueba con menos presión. El consejo me pareció un poco obvio y bastante superficial, pero ante la duda, lo tomé.
Al otro día pedí un taxi que me escupió media hora después en la dirección que me había llegado por Whatsapp de la secretaria de aquel personaje cuyo nombre empezaba con M. Era en una calle desolada y extrañamente poco transitada de la ciudad en una zona que ni había visto en el mapa. Toqué timbre y, mientras esperaba que me contestaran, decidí elegir de una vez a qué lugar me iba a teletransportar durante la prueba.
Rápidamente me decidí por un recuerdo en la playa. Pero no cualquiera, sino que comencé a soñar con un momento específico en una playa de Tailandia a la que había visitado con dos amigas apenas unos años antes. Aquel día, que todavía siento muy vívido, estaba sentada a escasos metros de mis amigas observando el mar. Ellas, mientras tanto, devoraban cada una su libro en un inescapable modo verano. En esa imagen que aún atesoro, estaba abrazando a mis rodillas y sintiendo que finalmente había conocido el significado de la paz total en carne viva. Estaba existiendo por primera vez sin preocupaciones, sin presiones, sin noción del tiempo. Estaba, al fin, plácidamente en control, y eso era exactamente lo que necesitaba dentro del cuarto del polígrafo ubicado en aquella inhóspita latitud bogotana.
Unos días después de terminar la prueba, Andrés (no yo), recibió un mensaje del señor diciéndole que “mis valores eran fantásticos”. Repitió una y otra vez que «gracias a esos valores, podía finalmente comprobar que hacíamos una pareja alucinante». Sus expresiones y aprobaciones no solicitadas me hicieron caer en cuenta de que no lo necesitaba en mi vida para nada. Además, me pidió que le trabajara gratis un tiempo hasta que «me acomodara». Viendo que esto no solo no iba hacia ningún lado sino que, además, desde su punto de vista siempre iba a tener que tener a un macho de intermediario porque yo no le parecía suficiente, lo bloqueé sin titubear y nunca más le volvía a hablar.
Lo único que tengo para agradecerle es una ida a la playa.
Trece con treinta y tres
Antes de que se terminaran los 13.33 minutos de la grabacion del mantra me vinieron a buscar.
—Andiamo, María?
Bajé una pierna de la cama, después la otra, busqué la mano de Andrés y caminamos juntos hasta el ascensor. Una vez que llegamos a la sala de partos busqué su mirada detrás de la máscara que me abrazaba ocultando sus nervios. Algo me dijo que lo que venía a continuación no me iba a sentar muy bien.
El piso temblaba abajo mio. La gente entraba y salía generando un murmullo molesto. De a ratos me hablaban con palabras en idiomas que, aunque conocía, no tenía más la capacidad de entender.
—Vieni, María —. me dijo la partera señalando la cama.
RA MA DA SA, SA SE SO HUNG.
Subí los dos escalones del pequeño banco que me transportaba hacia la superficie de la camilla y me puse de espaldas al anestesista. Este me indicó que bajara los brazos y la cabeza y que me relajara. Sentí sus dedos tocar mis vertebras desnudas y contar uno, dos, tres, cuatro.
RA MA DA SA, SA SE SO HUNG.
Pensé en Andrés y lo que podía estar pasando por su mente al verme así de indefensa y vulnerable. Quise verme mas fuerte para los dos, pero no lo logré. Cuando mis brazos cayeron hacia adelante con la consistencia de una lechuga, la partera se acercó, me tomó la cara con sus dos manos y cosió sus ojos con los míos.
—Tutto andrà bene, María. Respira.
RA MA DA SA, SA SE SO HUNG.
Perdí control de mis piernas con la alarma del calor que llegó a mis pies. Las enfermeras sostuvieron mi cabeza y hombros, y me deslizaron hacia abajo. Las piernas, fuera de control, cayeron como residuos a un tacho en el otro extremo de la cama. Recién ahí dejaron acercarse a Andrés. Me dio un beso en la frente y me abrazó de costado.
A esta altura, ya no era yo. Era unos ojos que lo buscaban desesperados evitando pedirle que me salvara porque sabia que no podía. Nadie podía. Había siete personas más en esa sala, y nadie podía.
—Ma, perché piangi? Ti ho fatto male?—me preguntó el anestesista (¿Por qué llorás? ¿Te lastimé?).
—Se no se piange quando vieni un figlio al mondo, quando? Giusto, María? —. Contestó la obstetra mientras buscaba mi rostro que ya no estaba ahí (Si no se llora cuando se está trayendo un hijo al mundo, ¿cuándo? ¿Verdad, María?).
Mis entrañas comenzaron a zarandear con la manipulación de ocho brazos que cacheteaban mis partes hacia un lado y hacia el otro. RA MA DA SA, SA SE SO HUNG. Y, en ese instante, como si el calor de los dedos de Andrés me estuvieran protegiendo del abismo mortal, consiguió salvarme sin darse cuenta. Su calor me teletransportó cual varita mágica seis años después, a la misma playa a la que me había ido aquel día del polígrafo.
Desperté en la arena. Primero la acaricié con los dedos de los pies. Después dibujé círculos hacia los costados de mi cuerpo con las manos abiertas. Miré hacia el costado pero mis amigas ya no estaban ahí. Estaba mi abuela que le encantaba la playa.
—¡Viniste! —. Le dije. Pero no me contestó.
Se inclinó levemente hacia atrás para apoyarse con sus manos y dejó ver el rostro de mi madre que estaba a su derecha. Mamá no estaba como es ahora. Estaba igualita al día que me dio a luz. Me sonrió y empujó mi mirada y la de mi abuela hacia un punto en el mar. En la orilla estaba Amalia, mi hija, sentada de espaldas. Estábamos en la playa las cuatro, como nunca íbamos a estar.
RA MA DA SA, SA SE SO HUNG. Yo estaba sanando antes de empezar a sangrar.
Nos miramos las tres por última vez y enseguida una voz me trajo de nuevo a la sala. Eran las 9:15am hora de Roma.
—Ya casi, ya la sacan —. me reconfortó Andrés.
Pero no. Yo no sentí que la hubieran sacado. Sentí que la arrancaron de adentro de mí. A mi hija, con quien conviví nueve meses en completa paz y plenitud. Mi hija que mi instinto me decía que no quería nacer todavía. Nos separaron antes de que pudiéramos procesar que nunca más íbamos a estar así de unidas. Sin explicarnos. Sin poder hablarnos. Sin poder sentirnos.
Y un llanto.
—¿Qué hago? ¿Querés que me quede acá o voy con ella?
—Andá. Andá con ella.
Había nacido Amalia, en algún lugar entre Roma y la playa.
Rosario
on 11 mayo 2023Ayyy María!!!
Se me llenaron los ojos de lagrimas, totalmente emocionada!
Esa imagen de tu abuela, tu madre , tu y Amalia unidas en esa playa me llego al alma ❤️
Maria del Carmen Perrier
on 11 mayo 2023Fue todo muy real 💜. Gracias, Rosario por el mensaje y por estar siempre!!!! Un beso enorme!
Alejandro
on 12 mayo 2023Que emoción tan grande! Felicitaciones María, un abrazo grande.
Maria del Carmen Perrier
on 12 mayo 2023¡Gracias Alejandro!
Un abrazo enorme para ti tambiénnnn
ela
on 12 mayo 2023Querida María del Carmen que deliciosa imagen tu abuela, tu mami, tu y Amalia en esa paradisiaca playa. Representan la preciosa línea de mujeres de tu vida.
Un beso enorme y felicitaciones a ti y a Andrés por esa beba divina.
Maria del Carmen Perrier
on 12 mayo 2023Así es! Muchas muchas gracias!!!
Victoria
on 12 mayo 2023Que lindo, emocionante! Gracias por compartirlo y felicitaciones! ✨
Maria del Carmen Perrier
on 13 mayo 2023¡Gracias Vic! Un beso grande
Victoria
on 12 mayo 2023Que lindo! Tan emocionante! Muchas gracias por compartirlo y felicitaciones!✨
Maria del Carmen Perrier
on 12 mayo 2023A ti por leer y comentar! Abrazo Vic!
Gabriela Díaz Del Castillo
on 13 mayo 2023Gracias! Me transportaste al momento en que Antonia y yo nos separamos y que las hormonas aún no borran . Hubiera deseado tener una playa para ir con ella y las mias en ese instante.
Mi refugio fueron los ojos encharcados de Juan. Definitivamente es el momento más maravilloso y aterrador que he experimentado donde las lágrimas son no solo inevitables sino sanadoras.
Maria del Carmen Perrier
on 13 mayo 2023Ay, Gaby. Qué fuerte. Te entiendo en todos los niveles. Es muy increíble esa experiencia pero encuentro que sacarla hacia afuera, conectando con quienes más nos entienden, nos ayuda a sanar. Te mando un beso gigante y los abrazo a la distancia con mucho amor 🧡 a ti, Juan y Antonia.
Gime
on 13 mayo 2023Tremendo relato amiga! Lloro en la fila de seguridad del aeropuerto 🥹 los quiero
Maria del Carmen Perrier
on 13 mayo 2023Nosotros a ti Gi! Te quiero el universo enterooooooo.
Carolina
on 21 mayo 2023Super emotivo!!!! Me encanto la narración y tu sinceridad para contar la historia con sus luces y somberas. La manera que presentas el mantra hacia que me lo imaginara y cantara, Las fotos cierran la hisoria de manera perfecta. Felicitaciones por el blog y por Amalia 🙂
Maria del Carmen Perrier
on 22 mayo 2023¡gracias Caro! Siempre tirando para arriba con tu alegría. Te queremos!!!!