Escribí para tí
Últimamente siento que no estoy escribiendo para mí. Hace algunos días me despierto pensando en eso. Parada justo en el momento cero, donde tengo que estar, donde me detengo a pensar, me acuerdo de aquel día en que dije por primera vez que quería ser escritora.
Estaba en Washington D.C., para variar, el escenario donde tomé posiblemente las decisiones más importantes de mi vida.
Todas. Ahí.
Acababa de terminar mi pasantía y hacía algunas semanas que me las pasaba dando vueltas buscando trabajo. La agonía de no saber qué iba a ser de mí aún la puedo sentir cuando el corazón se me acelera al recordar aquel momento. El miedo más grande no era irme, sino a dónde. Como debés saber, todo salió bien. Me quedé y fui feliz y el resto es historia, pero hubo un día en que estaba tan frustrada, tan sola, tan mareada que no me quedó más remedio que resetear mi cabeza.
Tomé el bus en Georgetown rumbo a Bethesda cuesta arriba para encontrarme con dos amigos, Rox y Antonio. A veces sentía que ellos estaban más desesperados con que me quedara que yo misma, nuestra amistad era (es) muy linda. Para mi verguenza, toda la charla del almuerzo transcurrió alrededor de mi problema y qué iba a ser de mi vida, pero si no hubiese sido por ese día quizá nunca hubiera llegado a esta conclusión.
—El problema es que no sabés qué querés ser.— me dijo Antonio
—Ya lo sé…— no tenía más energía. Estaba acorralada por un lado por mis propios pensamientos y por otro por los errores que había cometido.
El cuestionario siguió hasta que llegamos a la conclusión de que lo que me hacía a mi feliz era conectar a la gente, y de ahí evolucionó la idea hasta «conectarlos a través de la palabra».
—Entonces querés ser escritora.
—Sí…puede ser. Quizá si. No sé. — insoportable.
Enseguida Antonio y Rox me estaban coordinando una cita con café para la siguiente semana con un amigo de ellos que tenía publicados decenas de libros, había tratado con editoriales y actualmente vivía de eso (si no recuerdo mal).
De pura cara rota ahí me senté adelante de este hombre que ya por haberse animado a publicar algo merecía toda mi admiración. Esa fue la primera vez que uní en mi voz las siguientes palabras:
—Quiero ser escritora. — no me lo creía, ¿qué estaba diciendo?
A lo que él respondió:
—Para dedicarse a la escritura y escribir realmente bien solamente hay que seguir una regla de oro: escribir para uno mismo. — lo dijo ligeramente, pero me gustaría volverlo a ver y decirle que mi vida nunca más fue igual.
Entendí que eso aplicaba a mucho más que la escritura, aplicaba a una nueva manera de ver las cosas donde, de vez en cuando, uno se vuelve su propia prioridad. Trabaja desde la primera letra hasta el último punto en uno mismo y convierte un papel en blanco en una historia impresa. Pasas de no ser nada a ser alguien robusto, mejor, comprendido e incomprendido. Con dramas pero sin falta de alegría.
Sos tú. Soy yo. Somos lo que somos mirando las cosas de distintos lados, engranados por el bagaje de la vida que nos pesa y llevamos a cuestas. Es abrirnos a revivir anécdotas, para luego cerrarlas y dejar el resto para otro día. Es decir tantas cosas y, otras, tristemente, dejarlas entre líneas. Seguimos leyendo sin saber a dónde vamos, a dónde va la historia.
La trama sigue, se desarrolla y un día termina.
Hoy es una hoja en un capítulo de mi vida en el que escribo solamente para mí. Hoy, tú también, escribí para tí.
Óscar Iván Pérez H.
on 18 julio 2019Volver al origen, a la semilla, a uno mismo. Ser fiel a uno mismo, ante todo.
cristina Restrepo
on 15 marzo 2022Como me cuesta entender que si solo escribo para mi, podría ser mas facil… sigo resistiéndome a esta fuerza que me llama a escribir.
Gracias por recordarme esto!!
Maria del Carmen Perrier
on 15 marzo 2022Cris! Baja la guardia! Que te espera algo genial del otro lado de la hoja. Un beso!