De cañas y tapas
Aterrizaje en Barcelona
Cuando vine a Barcelona por primera vez fue solamente por tres días, y antes de irme anuncié: «acuérdense, yo en esta ciudad voy a vivir». Un tiempo después empecé el blog, donde la primera descripción leía: «lo que hago mientras llego a Barcelona». Con el transcurso del tiempo esa idea fue mutando hasta convertirse en «mi lugar en el mundo», pero Barcelona nunca dejó de ser mi candidata número uno
Por años idealicé un lugar al que nunca más volví, capaz por miedo a que no fuera lo que yo había soñado: una ciudad con palacios de croquetas y conciertos al aire libre. Pero como me considero una persona de palabra, y tal como me dijo Selvi lo tengo que «sacar de mi sistema», un océano de papeleo después, acá estoy.
Ahora que ya estoy instalada en mi «piso» puedo recuperar el aliento. Fueron unas semanas de búsqueda intensa de dos, tres cuartos, con y sin ascensor, con más o menos olor a pata. La lista elaborada por mamu de los pisos que vimos empieza con la descripción «violeta que nos mostró Hulk», y sigue con «telo que nos mostró señora en bolas». Se puede decir que hemos visto todo y de todo. Las caras de mi madre, sin tratar de influenciar mi decisión bajo ningún concepto, me hacían sufrir más por hacerla pasar por semejante travesía, que por tener que buscar opciones durante horas y horas en el «Idealista» sin éxito.
Mudarse es, tal como se dice, una de las situaciones más ingratas que puede vivir el ser humano. Con un par de esas encima, puedo decir con la cabeza en alto que todavia hay muchas cosas que hago mal, como tratar de arreglar todo en un día, o pretender que todo se haga a mi ritmo, cuando el que se tiene que acoplar, claramente, es uno.
Visiblemente agobiada en una noche entre trabajo, estudio, casa, trámites y soledad, salí a caminar. Cuando quise acordar iba en zig-zag paseando por calles que todavia no reconozco, paseando por lugares generalmente colmados de gente ya vacíos, iluminados y perfectos. Y ahí vi por primera vez la ciudad que había imaginado, sin torres de croquetas, pero simplemente divina. Y la vida que tiene, no hay con qué darle.
Curioso como tanta gente me dice: «congeniarás perfecto con Barcelona, ¡ya verás!»
Y yo sigo respondiendo, «¿será?»
Curioso también que al final haya traido yo la mala energía, justamente a un lugar que parece tener de eso en bajísimas cantidades.
Curioso haber desafiado mi capacidad de adaptación, y por momentos haber perdido.
Pero no más, que quedan cañas por tomar y tapas por probar. Voy por ti mi nueva mejor amiga, Barcelona. Ya es hora…bailemos.
Comentarios
Deja tu comentario