Historia de una historia repetida
El otro día mientras estaba felizmente con dos amigas poniéndome al día se nos acercó un chico. Parecía buena onda la verdad. Seguramente con la inocente idea de charlar un rato se paró enfrente a nosotros e hizo una pregunta tonta como para arrancar una conversación sobre la base de «qué hacer si se había enamorado de una amiga». La verdad es que estábamos en otra, totalmente sumergidas en nuestra conversación, por lo que le dijimos: «Ay no, por favor, ahora no».
¿La mejor respuesta del mundo? Quizás no, pero su reacción no me la vi venir. El chico procedió automáticamente a dedicarnos un insulto muy personalizado a cada una. A mi me criticó lo marcadas que tenía mis ojeras, lo fea que era y más. A mis amigas otras dos cosas, también con una personalización brillante, todo por no aceptar un simple fallo del timing de su machomanía. El contexto daba para tomárselo como algo pasajero, así que nos reímos de lo insólita de la situación y seguimos con lo nuestro.
No satisfecho con esto procedió a decir «seguro que están así porque no vino su novio». Qué momento tan adolescente este, hasta con los amigos de él riéndose de los insultos al lado nuestro. ¿Cómo podía ser que saliera esta catarata de pavadas de este chico en teoría adulto y pensante? ¿De qué se reían esos títeres? ¿En qué punto iban a terminar los insultos de este extraño que decidió deliberadamente desplegar su borrachera adelante nuestro sin ningún tipo de consideración?
– Emmm… ¿en serio me estás hablando? Mirá que el siglo XXI arrancó hace 16 años y esa boludez no corre más. Es más, creo que a esta punto preciso más un trago que otra cosa para estar bien, en especial después de este intercambio. Así que te invito a usar el resto de los 300 metros cuadrados que nos rodean para desplegar tu ignorancia lo más alejado de mi posible. – Respondí.
Me sacó. Me sacó demasiado la prepotencia masculina que me hizo acordar a las fiestitas de cuando tenía 15 años y desgraciadamente nadie me había dicho que eso no estaba bien. Me sacó que se pensara que yo no tenía derecho a defenderme de su agresividad. Me sacó acordarme que a mi país el machismo todavía le hace gracia. Estamos de acuerdo que es del siglo pasado esto, ¿o no?
Bueno no. No estamos de acuerdo.
Anoche me fui a dormir brutalmente devastada de darme cuenta que este chico tenía los pies bien puestos en la realidad. Todo su despliegue está permitido, es lo que le gusta y le hace gracia a la gente. Es simple, les parece bien, tanto allá como acá. En Uruguay, por ejemplo, todavía es un pecado que los hombres levanten los platos, ¿cómo no va a tener derecho de reclamarme su atención de cualquier manera así sea insultándome de arriba a abajo? Por supuesto que se va a creer que tiene derecho si además tiene la aprobación de la mayoría del mundo.
De hecho, la aprobación de la mayoría del mundo es.
Llevo un día pensando en cómo todos estos episodios desafortunados del 2016 están conectados y no puedo dejar de pensar en qué puedo hacer para que mis sobrinas no tengan que vivir rodeadas de esto. Siento que solamente decírselos no es suficiente, pero por ahora solo está esto a mi alcance. Esto y defenderlas:
A ustedes, queridos bullies de mi vida y del mundo, hombres Y mujeres, lamento informarles que no me van a hacer cambiar de opinión. Esto NO está bien, y SÍ va a cambiar, les guste o no y sin importar las trabas que pongan. Todos lo sufrimos, pero solo a ustedes pocos les vuelve la maldad de alguna forma. Aún con el pesimismo persiguiéndome voy a resistir y rematar: tu odio, envidia, intolerancia, ignorancia, racismo, y todo lo que prediques en nombre a lo anterior, no va a ganar, así hoy te hayan hecho creer que tenés la razón.
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