Colombia está de moda: itinerario de 10 días
Mi padre dijo: «hasta que no lo ves, no lo entiendes», y tiene toda la razón. Es difícil planear un viaje para tus padres en el lugar que terminaste parado porque uno siempre quiere sorprender y puede que no lo haga, pero comprobé por suerte que, tal como me imaginaba, Colombia es de fácil enamoramiento en todos los casos.
Arranquemos por decir que diez días es muy poco tiempo para verlo todo pero, con el itinerario que probamos la semana pasada, comprobé que en esta cantidad de días es posible hacer un espectacular balance de paisajes y paseos entre ciudad, playa y montaña.
Visto y considerando la emoción que está provocando el vuelo directo a partir de mayo en la ruta Montevideo -Bogotá (a USD299 por la web de Avianca), me pareció buena idea pasar un itinerario «familiar» para darle el último manijaso a los tentados.
Parte I : Bogotá
El fuerte de la ciudad es la noche, sin dudas, pero no quiere decir que no hayan lugares increíbles para ir durante el día. Para esta parte del itinerario mis padres se quedaron en el hotel GHL 93, cerca del Parque de la 93, en una zona que se puede caminar a varias tiendas, restaurantes y parques. La vuelta de estos días la hicimos así:
Día 1:
Nos fuimos directamente hasta la Candelaria a media mañana para evitar un poco el tráfico hacia el centro, paseamos por los mercados y tiendas en los alrededores del Museo del Oro y alrededor de las 11am entramos al museo para hacer un tour gratis de 1 hora aproximadamente. Al salir caminamos por la Carrera 7 hasta la Plaza de Bolívar donde está la Catedral y también un poquito más alejado, la Iglesia Museo Santa Clara. Fuimos al restaurante Madre, uno de mis preferidos en Bogotá, y después partimos rumbo a la última parada del día que era el Museo de Botero y la Casa de la Moneda, no sin antes tomar un café en el Juan Valdéz de enfrente. A la noche cenamos en el restaurante Casa cerca del hotel.
Llegando a Monserrate |
Día 2:
Salimos medio temprano para llegar al funicular que te sube a Monserrate, donde nos quedamos bastante rato recorriendo y sacando fotos a la inmensidad de la ciudad debajo. Vale la pena hacer el recorrido hasta los restaurantes y apreciar la vista de más abajo también. Nosotros tentamos y nos quedamos a almorzar ahí, aunque es mejor picar algo y esperar a almorzar en algún restaurant de la ciudad. De ahí el mejor plan es ir a almorzar al restaurante WOK a la vuelta del Museo Nacional y después pasar un rato en el museo. A la noche cenamos en el Parque de la 93 en el restaurante Crepes&Waffles, aunque hay muchísimas opciones alrededor para elegir y en general son todos buenos.
Día 3:
Salimos en auto hasta la Catedral de Sal en Zipaquirá. Al ser sábado estaba repleto de gente, así que en realidad es mejor ir entre semana si se puede, pero de todas formas el recorrido está genial. Lleva bastante tiempo principalmente porque no hay mucha luz y el piso es resbaladizo así que hay que ir con cuidado, pero van a entender el por qué del viaje hasta allá una vez que lleguen a la última parte de la Catedral, te deja sin aliento. A la salida dimos unas vueltas rápidas por Zipaquirá y partimos rumbo a Chía para comer en Andrés Carne de Res, un lugar que hay que ir sí o sí. Divertido, rico, barato (ish)* y especial, este restaurante no hay nada que no tenga. Hay que tener en cuenta que el almuerzo se te puede ir a 5 horas sin darte cuenta, que fue exactamente lo que pasó y por eso volvimos tan tarde a Bogotá brutalmente extenuados.
Andrés Carne de Res – Chía |
Día 4 (mañana):
Era domingo así que nos pareció buen plan llevarlos a conocer Usaquén, un barrio lindísimo con divinos y buenos restaurantes que en general tienen amplios jardines para disfrutar al aire libre. Además los domingos hay una feria artesanal/mercado de pulgas que te lleva un rato recorrer y está bueno para comprar regalos y recuerdos. La plaza de Usaquén, que se encuentra en frente a la iglesia, se llena de músicos y personas que hacen «shows» y son buen acompañamiento para un café o infusión post brunch. De ahí salimos al aeropuerto porque tomamos un vuelo a Cartagena.
Parte II: Cartagena
¡Cartagena es todo! Mis padres quedaron fascinados con la ciudad amurallada y la gastronomía del lugar, de hecho, papá amagó con qudarse… De verdad es uno de los lugares más lindos que fui. Recomiendo para la primera vez en la ciudad quedarse en San Diego y sin dudas darle prioridad a un hotel con piscina porque a veces el calor es agobiante.
Día 4 (tarde):
Después de hacer el check-in nos fuimos directo a la muralla para ver el atardecer. Ese paseo con un día despejado es alucinante: a la izquierda las casas coloniales pintadas de mil colores y combinaciones, en su gran mayoría totalmente restauradas, y a la derecha el mar y el atardecer. Nos quedamos escuchando unos músicos sobre la muralla hasta que se puso el sol y aprovechamos el resto de la luz en el Café del Mar tomando una cerveza y picando algo con una banda en vivo de fondo.
Por las calles de San Diego, Cartagena |
Islas del Rosario |
Día 5:
Después de desayunar en el hotel unas arepitas con queso caminamos primero hacia la Torre del Reloj, tratando de hacer zigzag lo más posible para disfrutar y sacar fotos en todas las calles.
De ahí caminamos hacia la Plaza de San Pedro Claver donde está el Claustro y la Iglesia de San Pedro que son bien lindos para visitar. Seguimos caminando rumbo al restaurante La Cevichería que no es de los más baratos pero sin dudas vale la pena, la comida es increíble y los platos enormes. Después de un rato de descanso arrancamos de nuevo a recorrer y hacer algo de compras (se puede también ir al Museo Histórico de Cartagena sobre la Inquisición, pero nosotros lo salteamos). De noche fuimos a comer y tomar algo a ALMA, otro lugar excepcional por el ambiente, el servicio y la comida.
La onda de Getsemaní |
Día 6:
Nos levantamos temprano para tomarnos un barco a las Islas del Rosario. Nos fuimos a la Isla Grande a las playas del hotel Majagua (lo mejor es ir en un tour privado pero para eso hay que armar un grupo de 10-12 personas, por lo menos). El lugar es espectacular y el plan incluye almuerzo que estaba delicioso. Lo único es que para llegar a buena hora a Cartagena se sale bastante temprano y te quedas un poco con las ganas de disfrutar más de la playa, pero de todas formas la hora de llegada está bien. A la vuelta en Cartagena nos fuimos directo a Getsemaní, el barrio al lado de San Diego a las afueras de la muralla. La última vez que fui a Cartagena tenía apenas unos restaurantes, pero ahora es una extensión de San Diego que promete y mucho. Ahí tomamos y comimos algo, vimos una impro que había en la plaza y caminamos por las calles principales (uno de los mejores lugares para salir de noche en Cartagena y Getsemaní es Café Havana, pero hay que chequear antes que esté abierto y tener efectivo para pagar la entrada).
Típica foto de La Paletería |
Día 7 (mañana):
Dejamos todo listo y fuimos a ver el Castillo de San Felipe de Barajas. Hay que ir temprano porque te cocinas pero la recorrida, las vistas y la historia lo valen. Pasamos la mañana ahí y de vuelta frenamos en La Paletería (la original porque ya le copiaron y se le instalaron al lado) que tiene unos helados deliciosos y de mil gustos. Comimos algo rápido y salimos al aeropuerto para ir al siguiente destino…
Parte III: Eje Cafetero (Quindío)
El eje es un lugar que tenía pendiente desde hace un tiempo ya. Todos quedamos muy sorprendidos por todo lo que hay para ver y de lo diferente que es el paisaje a todo lo que habíamos visto, de hecho, hay tanto para hacer que hay que estar preparado con ropa y zapatos bien cómodos porque no parás un segundo. Hay miles de opciones de «Fincas Hoteles» para quedarse por todo el Quindío, pero es mejor elegirlo una vez que se haya definido el itinerario para no hacer tanta ruta y aprovechar más en cada lugar.
Día 7 (tarde):
Hicimos escala en Bogotá y llegamos a Armenia como a las 9 de la noche a un hotel con una vista envidiable que se llama Hotel Finca La Tata Premium. Para esta parte del viaje fue fundamental alquilar un auto (mejor hacerlo con tiempo porque no hay mucha oferta y se agotan rápido).
Valle del Cocora |
Día 8:
Al otro día desayunamos en el hotel y salimos a media mañana hacia el Valle del Cocora por la autopista para llegar más rápido. La ruta de entrada al Valle es imponente y hay que bajar los niveles de ansiedad e ir despacio para verlo todo bien y no perderse nada. En la entrada hay varias opciones para recorrer el Valle, nosotros elegimos subir a caballo a la montaña para tener una vista panorámica pero también se puede hacer otro paseo caminando o también a caballo por las cascadas. Una vez arriba la falta de aire puede ser un tema, así que mejor tomárselo con calma y preparado para el ejercicio y la altura.
Salento |
A la vuelta almorzamos en un restaurante cerca de donde se dejaban los caballos. Pedimos trucha, que es típica del lugar, y decidimos tomar un café y un postre a la vuelta en Salento. Este pueblo es de película: las casas pintadas de colores y restauradas, varias tienditas para comprar cosas típicas de la zona y los jeeps de colores que hacen de taxis hacen que todo parezca un set. El lugar que nos recomendaron para el postre fue Fresas con Crema que queda pegado a la iglesia en la plaza principal, obviamente con ese nombre pedimos «frutillas» (fresas) y estaban increíbles. A la vuelta volvimos por un camino rural para ver otros paisajes y las plantaciones de café, plátano y piña entre otras. Esta ruta pasaba por el pueblo de Montenegro y otros más chiquitos que, si bien son lindos, tampoco da para bajar. Cenamos en el hotel porque estábamos agotados y nos quedamos en la piscina climatizada que la dejan abierta hasta las 11pm.
Parque Recuca y las plantaciones de café y plátano |
Día 9:
Nos levantamos sin mucho plan, así que preguntamos por el hotel qué nos convenía hacer. Nos recomendaron dos lugares para ir a ver las plantaciones del café y saber más sobre el proceso de cosecha y demás: uno que se llama Ocaso Café Tour y otro que se llama Recuca (recorrido de la cultura cafetera). Fuimos al segundo porque no quisimos andar tanto en auto hasta Ocaso, pero tengo entendido que es mejor. El tour nos pareció largo y demasiado turístico de a ratos, pero en definitiva aprendes bastante. De ahí salimos a almorzar en un lugar que quedaba de pasada al Jardín Botánico, nuestra siguiente parada, que por suerte es rico e increíblemente barato (queda cuatro kilómetros antes de llegar a la entrada).
La experiencia del Jardín Botánico nos dejó con la boca abierta. Cuando llegamos parecía que no había nadie y que la cosa estaba medio abandonada, pero no fue sino 10 minutos entrado el tour guiado que estábamos fascinados. El guía, Fabio, un genio absoluto y fanático del lugar, lo hizo súper entretenido y relativamente ágil. Son 15 hectáreas de reserva que cuentan con un mariposario con miles de especies que uno entra y las ve volando por todos lados en un ambiente impecable. Además, mientras vas recorriendo, te cruzas con todos los animales y pájaros que están sueltos por ahí, lo que te hace sentir que estás caminando por el amazonas o cualquier selva de Colombia, es alucinante. ¡Hay que ir!
Día 10:
No dábamos más con nuestra vida, así que decidimos quedarnos en el hotel y disfrutar de la vista y la piscina porque además hacía un calor imponente. Almorzamos ahí cerca, en el Mirador del Tapao, que terminó siendo uno de los preferidos de papá, principalmente por la vista pero estaba rico, y después salimos al aeropuerto para volver a Bogotá.
Así terminó el viaje… quedamos cansados pero disfrutamos como locos y dejamos varios lugares pendientes para volver. Algunos restaurantes o cafés que fuimos en Bogotá, o que no pudimos ir y no entraron arriba, los dejo en una lista abajo para los foodies:
– Apache (gran vista de Bogotá, buenas hamburguesas y excelente ambiente)
– Bandido (y Enano, los dos pegados, para ir de noche a comer y tomar algo)
– Café del Eje (gran café y excelente wifi)
– Cantina y Punto (mexicano DELI)
– La Bifería (para los que extrañamos la carne es perfecto y con platos enormes que vienen con dos acompañamientos a cuál más rico)
– El Corral (hamburguesas siempre listas para el bajón)
– Home Burger (chiquitas y grasosas, ¡deliciosas!)
Cualquier sugerencia que tengan, o si mis amigos leen esto y me olvido de algún lugar, ¡me avisan!
Los espero a todos por mis nuevos pagos 🙂 xoxo
* A algunos (Andrés) no le pareció que barato era un adjetivo tan acertado para Andrés Carne de Res, y tiene un poco de razón. Depende mucho si uno va al medio día o de noche, porque si vas de fiesta y tragos seguramente encuentres la cuenta final de normal a carita.
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