Adiós, Barcelona
Paso a paso, y pasó un año. Lejos de subestimar lo que significa la quinta mudanza en 3 años, desperté estos días repasando todo lo que fue esta estadía de un año en Barcelona con nostalgia de lo que se fue y nervios de lo que se viene.
Para todo esto hay una sola palabra: «intenso».
No me dio con comerme todo el pulpo que me tuve que convertir en uno para hacer malabares estas últimas semanas y salir bien parada. Esto fue una montaña rusa emocional donde uno cae igual de rápido y fuerte de lo que sube unos metros después. Tantas cosas no salieron como pensaba que alguna que otra vez pensé que no iba a poder conmigo misma, o lo que es peor, que la gente que quiero no iba a poder conmigo.
Fue reirme de eso que no salió como estaba planeado que me hizo valorar aún más los momentos de paz mental y entender qué tipo de vida es la que quiero y con quien quiero compartirla. Fueron las palabras de la gente que tiene toda la fe en mi que me hicieron acordar que el primer paso es proponerse algo y el segundo es pelearla hasta el final. Hasta los que dejan el barco sirven de remo, esto es complejo. De todo se aprende.
La verdad es que si bien Barcelona no terminó siendo mi lugar en el mundo, sí me ayudó a redefinir muchas cosas. Este espacio de tan libre pensar es como un lienzo en blanco donde cualquier color es viable. Es una sensación muy fuerte para ser honestos, y creo que es eso mismo lo que también enamora a tanta gente de este lugar.
Siento este fin como el fin de una era. Alguien que me explique dónde estoy, quiénes son esos y cómo me llamo. Esto es un mareo. Pero como dice Dany, aka el sol del Barcelona: Zero Drama. Siempre Smile.
Inhalación profunda y a otra etapa. La más importante de todas. Adeu Barna, fuiste sabia.
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