Mis 3 deseos para ti en la nueva década
Desde que comenzó el año vengo pensando en este post. Siento cierta presión por decir algo que sirva no solo para este año, sino algo que quede y fluya durante toda la década que comienza. Quizás te parezca un poco absurdo — y por cierto, bastante ambicioso también—, pero no quiero dejar pasar la oportunidad de darle una chance a esta idea. Después de todo, creo que podemos estar de acuerdo en que, aunque siempre es un buen momento para empezar de cero, el inicio de una década genera un impulso más fuerte como para proponerse cosas grandes, ¿no?
Pues con esto en mente, me dispongo a ello. Estuve pensando en los tres deseos que quiero tanto para para mí como para ustedes en los 10 años que siguen al 2020, con el objetivo de que lo reciban sí o sí este viernes con el primer newsletter de Yo No Soy de Acá de la década (¡podés suscribirte acá si no estás suscripto al newsletter aún!).
Como sabrás a esta altura, soy una persona a la que le gusta entrenarse a si misma emocionalmente. Me gusta explorar las opciones que hay para enmendar cosas pero, sobre todo, a nosotros mismos. En los últimos años me he explorado como nunca antes y me he analizado constantemente con la ayuda de profesionales, estudios, lecturas y experiencias en la búsqueda de un balance que me ayude a navegar más feliz el día a día. El primer descubrimiento que quiero revelar es que hay pocas cosas tan difíciles como el balance pero, a pesar de eso, tengo la certeza y el optimismo de que es a lo que debemos aspirar si queremos llegar a conclusiones justas en la vida.
No voy a mentir, el proceso muchas veces me ha causado un profundo dolor, pero parte del trabajo incluye convertir eso en aprendizajes sin los cuales es imposible tener claro hacia dónde ir, y con quiénes. Es obvio que hay mucho por arreglar todavía, y más claro aún es que es un proceso que nunca termina, pero más vale ser de los que viven trabajándolo que de los que se rinden. Sin excusas, ¿no?
Digo todo esto porque no quiero que piensen que estoy hablando por hablar. De hecho, creo que lo que viene a continuación, estos deseos que tengo para ti y para mi, son una especie de resumen de todo este camino de exploración y análisis. Son tres deseos a los que inclusive yo misma me voy a obligar a volver frecuentemente, y todas las veces que sea necesario. Además, sueño con que estos deseos te inspiran y crean un lugar común en donde tú y yo podemos reunirnos siempre.
Y dicen algo así:
1. Deseo que recuerdes siempre todo lo que mereces
Amiga, amigo, no te olvides de todo lo que te merecés que, por supuesto, no es solamente amor. Si el amor no viene con un respeto de la frontera donde empieza mi individualidad, mi mundo, y termina el tuyo, entonces no sirve. No sirve si no hay unos mínimos que nos permiten ser, que nos permiten explayarnos en el mejor humano en el que nos podemos convertir.
Cada día viene cargado con mil cosas que nos ponen en duda qué merecemos, dónde pertenecemos, y qué somos capaces de alcanzar. Está en ti en exigir ese mínimo de respeto, de frontera, para ser capaces de abrazar toda la felicidad y todo lo que viene con ella y que nos merecemos como buenos humanos que somos.
Como dice Kerry Washington en este video: Hay que subir la barrera. La confianza es lo que necesitás para mantenerte positivo, mereces lo que sueñas, y el respeto es un mínimo.
2. Deseo que seas tratado y que trates a las personas como un fin en sí mismo
En la filosofía pura y dura, esto se ha analizado y hablado cientos de veces. En el último libro que leí de Mark Manson, «Everything is Fucked: A book about hope», una de las conclusiones a las que se llega es ésta: que mientras tratemos a las personas como un fin para otro fin (personal, profesional o lo que sea) y no un fin en sí mismo, habremos fracasado. De esta forma nos volvemos miembros del exclusivo e infame círculo vicioso de decepción y angustia que nos perjudica tanto a nosotros como al otro y, básicamente, nos convertimos en los que restan, no en los que suman.
Creo que si nos detenemos a ver cómo funcionan nuestras relaciones y lo que hacemos en ellas, pensando en si realmente estamos teniendo en cuenta la felicidad y bienestar del otro como el fin superior de nuestro intercambio, estamos apoyando a un cambio en una cultura contraria a todo esto que nos actualmente nos invade y nos nubla en medios y a nuestro alrededor. Ver a alguien a los ojos y pensar «esto lo estoy haciendo 100% por tu felicidad» es algo poderoso. Tanto, que creo que realmente puede cambiar el mundo. Es el acto desinteresado más grande que se haya visto, y algo digno de tener fresco día tras día.
Nota personal
Cuando a veces me preguntan «¿Por qué te casaste?» me quedo pensando «¡Qué pregunta más rara!», porque para mi es clarísimo.
Creo que el ritual del casamiento, sea por el rito que sea, es (o debe ser al menos) el acto más desinteresado («selfless») que hace uno en su vida. Para mi fue pararme adelante de todos los que me aprecian y declarar que prometí que Andrés iba a ser un fin en sí mismo, y durante toda la vida. Que su felicidad va a estar tan alto que va a estar por arriba de la mía propia.
Visto así, no entiendo por qué no hacemos estos rituales entre familia y amigos, porque deberíamos prometernos y renovar los votos con toda la frecuencia que consideremos necesaria, y así recordar siempre que no es inercia lo que tenemos, sino que es una relación donde entre nosotros nos tratamos como fines en sí mismos.
3. Deseo que sepas que nada es para siempre en esta vida
Una de las cosas que más me ha cambiado la vida en estos años es dedicar tiempo a la meditación (practicar «mindfulness»). Hace tiempo que uso la aplicación para teléfonos Calm, que viene con ejercicios de 3 minutos en adelante que ayudan a perfeccionar la relación con el presente y a sobrellevar el torbellino que llevamos por dentro.
Fue justo al comienzo de mis prácticas con Calm escuché una frase que me quedó grabada: los sentimientos son como las nubes, llegan, los sentis, y los ves partir. A esta frase la hice mi mantra de cabecera por un buen período de tiempo, hasta que me fui dando cuenta de que la metáfora de las nubes hablaba de algo mucho más grande que solamente los sentimientos. Las nubes, de repente, eran absolutamente todo.
La conclusión es que todo es temporal en la vida, todo. Dar las cosas por sentado, creer que relaciones, sentimientos, trabajos, y todo lo que se pueda sumar a esa lista, es para siempre, es un error. Lo único realmente certero desde que nacemos es que un día vamos a morir, y punto. La muerte le da sentido a nuestra vida y sin eso no podríamos darle valor a todo lo demás. Cuando te dicen «Nada es para siempre«, no es apocalíptico, es cierto, y la mera expectativa de que algo lo sea es simplemente un camino al bajón.
Por eso, deseo que vivas de ahora en más valorando todo en el momento que es, cuando es, y con quiénes es. Pues ese momento va a pasar, va a terminar, es pasajero. Y va a doler, y vas a llorar. Pero al menos, si sabes que esto va a pasar desde un comienzo, no solo vas a sufrir menos, sino que vas a vivir más, ¡y mejor! Vas a entender los momentos como algo tan único y especial como ellos ameritan, vas a tener tus expectativas a punto y en el punto justo. Vas a ver las nubes, las vas a apreciar, las vas a dejar ser y las vas a dejar ir porque es lo que tiene que pasar. Vas a ser feliz.
Pero lo mejor de este post es que aunque parezca, no es un adiós ni un final. ¡Todo lo contrario! Es el saludo de bienvenida más grande que te haya dado jamás, y es la invitación que he mandado con más confianza desde que tengo memoria.
¿Están listos para Yo No Soy de Acá 2020? Porque yo sí. ¡Los espero!
Selva
on 16 enero 2020Sin desperdicio, un placer esta lectura amiga querida, más oportuno imposible
Maria del Carmen Perrier
on 17 enero 2020¡Gracias amiga por comentar y estar ahí siempre! Me alegra, además, que sea oportuno 🙂 juntas por siempre sin importar la distancia, love u!