El miedo mio de cada día
“Yo soñé con aviones que nublaban el día, justo cuando la gente más cantaba y reía.
Yo soñé con aviones que entre sí se mataban, destruyendo la gracia de la clara mañana.
En mi sábana blanca vertieron hollín, han echado basura en mi verde jardín,
Si capturo al culpable de tanto desastre, lo va a lamentar.
Yo soñé un agujero bajo tierra y con gente, que se estremecía al compás de la muerte.
Yo soñé un agujero bajo tierra y oscuro y espero que mi sueño no sea mi futuro.
Si pienso que fui hecho para soñar el sol y para decir cosas que despierten amor,
¿Cómo es posible entonces que duerma entre saltos de angustia y horror?
En mi sábana blanca vertieron hollín, han echado basura en mi verde jardín,
Si capturo al culpable de tanto desastre, lo va a lamentar.
Anoche tuve un sueño y anoche era verano,
¡Oh, verano terrible para un sueño malvado!
Anoche tuve un sueño que nadie merecía,
¿Cuánto de pesadilla quedará todavía?
Si pienso que fui hecho para soñar el sol y para decir cosas que despierten amor,
¿Cómo es posible entonces que duerma entre saltos de angustia y horror?
En mi sábana blanca vertieron hollín, han echado basura en mi verde jardín,
Si capturo al culpable de tanto desastre, lo va a lamentar.
Lo va a lamentar.”
Sueño de una noche de verano – Silvio Rodríguez Domínguez – 1946- San Antonio
De Los Baños- Cuba – Cantautor, guitarrista, poeta y político, exponente de la
música de su país conocida como la Nueva Trova, surgida con la Revolución
Cubana. Entre 1993 y 2008 fue diputado de la Asamblea Nacional del Poder Popular
de Cuba. Años después, tomó distancia crítica del proceso revolucionario.El miedo mío de cada día
Por María Clara Rossi
El miedo me acompaña desde que tengo memoria. Apenas salí del vientre de mi
madre, la luz, el frío y los gritos me infundieron terror.
¿Por qué? No lo sé. Quizá me negaba a asumir que perdía toda protección ante un
futuro incierto. Sí. Era eso. Miedo a lo desconocido, sembrado en el origen de la vida.
Cientos de veces, mis padres repetían: “¡No tengas miedo! ¿Qué te asusta? ¡Niña! ¿Qué
te ocurre?”
Resultaba inútil descifrar la angustia que me acosaba al atardecer. Mi primer miedo fue la
oscuridad. Me dejaban una pequeña luz junto a la cama para que durmiera tranquila.
Apenas los párpados cedían, una fuerza poderosa me transportaba en el tiempo.
Desprendida del cuerpo indefenso, mi mente erraba entre nubes negras.
Sobrevenía el pavor a caer en un pozo profundo y ser devorada por un animal cubierto de
escamas, de colmillos amenazantes, como los que veía en los libros de cuentos infantiles.
Intentaba pedir ayuda y el fantasma sofocaba las palabras. Mi segundo miedo fue perder
la voz.
La noche del corte de electricidad me sumió en el espanto. Me cubrieron con pieles de
animales. Mi padre permaneció despierto, sentado afuera, escudriñando las tinieblas
para exorcizar el peligro. Yo dormí acurrucada en brazos de mi madre.
2
Cuando despuntó el alba, padre cayó rendido. Entonces yo lo cuidé a él y madre salió en
busca de agua y comida.
Con el sol alto en el cielo, sucedió el milagro. El hombre que vive cerca del río apareció
con lenguas de colores en las manos. Rojas, amarillas, azules, nacían de unas ramas
secas, sostenidas con orgullo y alegría por el descubridor. Le dijo a padre quién le
enseñó el misterio que alumbra y calienta, pero a una niña temerosa no se le revelaban
esos secretos.
Los hombres alimentarán el fuego sagrado siempre que nos reunamos para celebrarlo.
Ya no tengo miedo. Esta noche ninguna luz velará mi sueño, sosegado por los años.
Ha llegado Ella, perfecta, vestida de blanco. No ha envejecido como yo.
Se sienta junto a la cama de hospital y me cierra los ojos. Voy al encuentro de los que me
esperan, sonrientes.
He vencido el peor de los miedos, segador de vida y esperanza. Lo he conquistado día a
día, en guerra sin tregua. La Muerte yace al pie de un lecho vacío, sumisa, como un perro
manso.
Por fin tendré “en mis manos la cabeza de Dios.” (1)
(1)- Delmira Agustini Murtfeldt – 1886- 1914- Montevideo- Poetisa uruguaya modernista y
vanguardista, asesinada por su marido. Las palabras entrecomilladas pertenecen a la
poesía “Lo inefable” del poemario “Cantos de la mañana” publicado en 1910.
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