La lista
Probé lo que se siente tener el nido vacío, y la verdad apesta. Uno se acostumbra demasiado rápido a incorporar a las visitas en la rutina y de repente sin aviso estás parado en el mismo lugar que siempre como si hubiera sido un sueño. Además, cuando vuelven de donde vinieron, sin querer dejan atrás preguntas sin respuestas y deberes para resolver para el próximo encuentro.
Mis padres en realidad siempre me dejaron ser. No son de indagar mucho, pero sí lo suficiente como para descifrar qué es lo que me saca el sueño. En la medida que pasaban los días, de a poquito fui desterrando esa lista de cosas que no quería encarar hace rato hasta que finalmente salió a la luz, y que por desgracia dejó a mi cerebro bailando murga con una energía inagotable.
El mismo día que se fueron lo hablé con Diego y Rach, quién más. El análisis fue bien didáctico. Cada tema se convirtió en un elemento de la mesa: mermelada de arándano, vaso, castañas de cajú y queso de cabra. Hice el ejercicio de ponerlos por orden de importancia, sacando del copetín los que no tenían solución -que por ende dejaban de ser problemas- y después debatí uno por uno porqué estaban ahí.
Si bien me alivié, sabía que todavía tenía trabajo por hacer así que le dediqué una tarde pura y exclusivamente a salir del pozo. Imposible hacer esta tarea sin mi Robin, mejor conocido como café jamaiquino cortesía de un viaje de trabajo de Marcos. Una, dos, tres tazas y son las 12 de la noche y voy por mi cuarta hora de análisis/investigación hasta que finalmente encuentro la luz al final del camino. Estoy literalmente para grito LeoDicaprionesco «I´m the king of the world», porque acabo de encontrar una receta donde entra la mermelada, el queso y las cositas estas repletas de calorías, y que además, me puedo comer de un solo mordisco.
Me, Myself, a List and Coffee. |
Sé que mis santos padres siguen con jetlag y están en el quinto sueño, pero son los únicos que bancan una llamada 1am. Primer intento de Viber, nada. Segundo intento ya significa «pasó algo», pero no es la primera vez que hago una llamada sin contenido a horas irracionales -la última fue porque se me acalambró el dedo del pie y me dolía demasiado. Mamu me dijo que tomara agua y cortamos-. Están totalmente entrenados.
Mamu: Beba, ¿todo bien?
Yo: Diez puntos, estoy iluminada encontré la solución a todo, ¿están durmiendo?
Mamu: No, estaba leyendo.
Seguramente no estaba leyendo pero mis padres son bomberos, y papá seguramente escuchó la palabra «solución» y se levantó. Les dije mi plan que modestia aparte es totalmente magistral, pero para ser sincera, depende de los astros, los Dioses del Olimpo y la paz mundial.
Mamu: Que bueno Beba, me encanta.
Yo: Gracias… No tengo sueño tomé mucho café, ¿qué hago? -Noto en mi voz que estoy insportable, revoluciones a 220.
Mamu: Bajate la aplicación de la musiquita de meditación.
Papá: La del agua está buena.
Yo: Ok, ahí me la bajo -aunque sé que seguramente termine durmiendo con Norah Jones: reapeat Artist- chau Ma.
Mamu: Chau Beba.
Así pasada de rosca y todo me queda un destello de lucidez antes de que se vaya el efecto de la cafeína. Tocar fondo es únicamente malo si te quedás muy cómodo ahí abajo. Capaz se tenían que juntar todas estas cosas para que después formaran algo coherente en la cabeza. Algo así como un sistema solar de problemas que una vez que están en órbita funcionan mejor que vagando en el universo cual meteorito suelto -la cafeína sin duda sigue hablando sola y ya estoy para la basura-. Me voy a dormir, en paz y con Norah de fondo. Mañana será otro día. Más arriba que ayer, más abajo que mañana.
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