Cosas que decir: Amistad Vol.1

• Cosas que decir

11 julio 2022

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Cosas que decir: Amistad Vol.1

Siento que en la próxima vida tengo que hacer algo para nacer cerca de Natalia Lafourcade, Shakira o Jennifer López, y hacerme su amiga. 

Por ejemplo, cada vez que veo el video de Natalia Lafourcade de la canción “Tú si sabes quererme” en manos de Los Macorinos, me hago enormes ilusiones con haber estado ahí. Me parece un sueño pensar en que podría estar rodeada de esa energía y aplaudiendo a esa mujer cuya voz no sale de la garganta sino del alma mientras lo da todo con los músicos girándole alrededor y la persigue la cámara. Además, uno la escucha hablar y dice: Oh Universo, ¡cómo me gustaría ser su amiga! Y si no se tiene esa reacción, pues nada, a otro grupo, pero yo no puedo dejar de pensar en lo lindo que sería vivir en esa órbita un momento.

Me pasa también cuando veo el video de Natalia de “Nunca es suficiente” con Los Ángeles Azules. Me hubiese encantado ser la amiga desacatada en cuarta fila que hace el aguante en cada compás y canta la letra como si fuese la última canción que canta en la vida. Después, sentarme en la arena al costado del escenario a ver el mar y hacer un brindis porque amiga, la hiciste. Cantás increíble y estoy orgullosa de ti porque esa vocación de cantar y transmitir estas cosas es muy correspondida. 

En la misma línea, el otro día vi el documental nuevo de Jennifer Lopez. Es el segundo documental que veo sobre ella. Por algún motivo casi me empiezo a justificar por haberlo visto pero estoy borrando para evitar caer en esa falencia. Ni vergüenza ni «guilty pleasure». ¡Qué mujer! En determinado momento del documental, ella cuenta cómo en su juventud intentaron encasillarla como actriz o como cantante porque no se podía ser las dos. A lo que JLo responde: ¿Quién dijo eso?¿Y qué pasa si yo quiero hacer todas las cosas? (I want to do ALL the things!) Y sí, si sos Jennifer López y tenés esas pilas, ¿por qué vas a dejar de hacer TODAS las cosas? Ni difícil ni engreída. Yo diría, más bien, una «chita*» de amiga.

¿Y Shakira? Bueno, la cosa se pone complicada porque, según Andrés, tengo una confusión emocional con esta relación. De niña, era una fanática desaforada. Sin embargo, por estos días no la capto mucho. La música y los bailes de Tik Tok honestamente me confunden. Dicho eso, una de las mejores historias de mi vida tiene a Shakira de protagonista.

Cuando tenia 11 años le pedí a mi padre que me llevara a ver a Shakira a la casa que se había comprado en la costa del Uruguay. Aunque con enormes dudas sobre el potencial éxito de la expedición, mi padre me llevó junto a un grupo de otras pequeñas expedicionarias que eran mis amigas a ver si al menos veíamos de lejos lo que quizás era su casa. En un asalto de suerte, no solo encontramos la casa, sino que Shakira estaba ahí mismo grabando un disco. Como nos vio esperar tres horas afuera del portón para verla, finalmente nos invitó a conocerla a su jardín. Fuimos las niñas más felices del mundo ese día, no tengo duda, y hasta entonces es una anécdota que no paro de relatar porque me recuerda que a veces lo que creemos inalcanzable está, literalmente, a la vuelta de la esquina.

Seguir a estas estrellas por admiración es una cosa, pero también me gusta bajar esa idea a tierra. A veces pienso que son simplemente unas chicas que en el fondo quieren comer una pizza y charlar sobre cualquier cosa. Por eso, cuando vino Lady Gaga a Roma le escribí y le dije: “Estimada Stefani, si estás aburrida en el hotel y te apetece una pizza, estás más que invitada a la terraza de mi casa. Sería un encuentro sin fotos, sin registro, sin nada. Honestamente, solamente te quería invitar por si te suena un buen plan darte una vuelta.” Escuché en varias ocasiones que a muchas de estas mujeres famosas, por más que parezca que lo tienen todo, las atrapa la soledad y no tienen a quién llamar. Por eso, pensé que en esas tenía suerte y Lady Gaga se copaba con el plan. No respondió y su manager tampoco tuvo comentario. Otra vez será. 

Volviendo a la amistad, me gustó la idea de explorar cómo es sentir una conexión con alguien a la distancia. Me pasó con muchas mujeres que, así no las haya visto nunca, me dan ganas de entrar en su órbita de amistad. Ahí están las Merys, Nicoles, Claus y muchas más que me ayudan a pensar que, a pesar de lo que digan, el vínculo feminino tiene una fuerza aún por revelarse. Una fuerza emocional sin fronteras que solamente pretende sumar. Es la fuerza que, en mi opinión, cuando le saquemos el bozal, nos va a hacer completamente invencibles.

¿Por qué Amistad Vol. 1?

La amistad es un tema delicado para mi. Tan delicado que sentí la necesidad de hacerle una introducción que me diera el tiempo de bajar las escaleras a un lugar que habita en mi que es bastante oscuro. Un lugar que alberga mucho dolor. 

Durante mucho tiempo sentí un enorme fracaso personal por no tener un grupo de amigas de toda la vida. Lo traté en terapia y analicé durante años por qué había ocurrido y qué me llevaba realmente a sentirlo como una falencia personal. También me sentí intensamente agobiada en mis pensamientos cuando, después de casi dos años de un ghosting degradante, perdí a una de mis mejores amigas en una etapa donde hubiese jurado que era uno de los lazos más fuertes que había construido en toda mi vida. Lo traté como invencible, y no resultó.

En el Vol. 2, abro un hueco a ese lugar oscuro, porque creo que ya es hora de que le entre algo de luz. Nos vemos en Cosas que decir del 11 de agosto: Amistad Vol. 2.

*El término «chita» en referencia a las mujeres viene del libro «Untamed» de Glennon Doyle. ¡Buscalo ahora si todavía no lo leíste para entender más el contexto!