Cósmicamente feliz
Llegué al Imperio hace siete meses, y con toda certeza puedo decir que no soy la misma persona que aterrizó en Washington el 8 de junio. Sin exteriorizarlo mucho, sabía que necesitaba aires nuevos. Dos meses se transformaron en “capaz tres”, “capaz tres” en siete, y ahora voy por un año más.
De muy chica, recuerdo sentirme como un imán de buena onda: todo el día cantando y riéndome, sin duda porque mis padres y mis tres hermanos —que además son mis padrinos, por ende soy triplemente malcriada— no hacían más que festejarle todo el circo a la “beba” que llegó sin querer queriendo ocho años después. Diría mi abuela: “¡Qué malcriada sería si no fuera mi nieta!” o “Y pensar que tú tendrías que ser totalmente insoportable”. Y todos se bancaban mis shows de 24 horas como unos duques. Y lo siguen haciendo.
Por este motivo me considero un gran éxito dentro de los casos del condón pinchado, porque lo que me quieren no tiene nombre. Igual, por alguna razón que aún desconozco, con los años me fui apagando. Mi imán me abandonó… o más bien yo lo dejé ir.
Llegué a DC y, con más rapidez de lo que imaginaba, empecé a hacerme amigos que se convirtieron en familia y a quienes quiero como si los conociera de toda la vida, así algunos hayan pasado solo dos meses conmigo. De hecho, fueron ellos los que me hicieron darme cuenta de que “yo” había vuelto.
“María, why do you smile all the time?” me decía Dinko con su acento croata.
“¡Pinche María! Estás todo el día feliz, ¿cómo haces?”, tiraba Andrés cada tanto.
Y en respuesta a un mail que escribí a las corridas —y que solo Diego puede descifrar— me respondió: “Tu correo me hace imaginarte tal como eres. Loquita, amorosa y llena de energía”. Y ahí caí.
En una de las miles de charlas profundas que tuvimos con ellos aprendí el término “cósmica”.
Mujer cósmica: dícese de una mujer que está cómoda con su propia locura.
Mi mexicano preferido fue víctima de una, más bien de varias, y no había charla que no terminara en la conclusión de que “la cósmica” era de lo peor que un hombre podía encontrarse. Todo un problema, obviamente, porque cuanto más la definían, más identificada me sentía.
Mi espontaneidad descolocante (número uno en las lecciones de Cosmo, en la sección de “nunca lo hagas”). Mi ignorancia total de las reglas de mensajes de texto. Mi desconocimiento de la vergüenza (nunca llegué a encontrar la palabra en el diccionario porque no tengo paciencia: entre que tengo que ver en qué lugar está la “V”, recitar todo el abecedario, y por la “I” ya me aburrí). Mi falta de cordura en el boliche que me ganó el apodo “J-Lo” (capítulo aparte). Y algunas frases de mi vocabulario corriente que resultan un poco shockeantes para los que esperan una “lady”.
Todo indicaba que la cósmica básicamente era un ser inspirado en mí. Y la quiero con locura, valga la redundancia.
Uno de los clásicos mensajes que me llegaron a fin de año marcó mucho cómo encaré el 2014. Era una cita de Neil Gaiman que decía: “May your coming year be filled with magic, and dreams, and good madness.”
Y yo —que a diferencia de la Tana Ferro me agarro de las coincidencias como garrapata— sentí que era el llamado oficial a que la Cósmica la rompiera ese año como nunca.
Tengo claro que no le atribuyo “mi” vuelta a la llegada al Imperio y su célebre American Dream, sino a las personas y al espacio que me dio para acomodar la cabeza y darle una brutal bienvenida a mi parte cósmica al mejor estilo Perrier (meaning: con arrollado de dulce de leche hecho por mamu).
Es por eso que hoy —una pasantía, dos meses de networking agotadores, un contrato; menos un novio de casi cinco años; más muchos salientes desastrosos, un corazón roto, varios viajes, cientos de nuevos amigos, muchos nervios, algún que otro llanto opacado por abundantes risas y un tatuaje después— puedo llegar a la “M” en el diccionario y encontrar:
María del Carmen Stellita Perrier Pérez del Castillo: dícese de mujer cósmicamente feliz.
(Gracias al Gordo Rey @juanreyjim que me dio manija: escribí este post para su blog Desde el Imperio. Por siempre será mi mejor carta de presentación.)
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