ADN
Antes de entrar a la sala para ver el documental con Lore el lunes pasado, no tenía idea de qué iba a escribir en este post. «Me tiene que pasar algo» le dije, y como si lo hubiera invocado acá estoy escribiendo de lo que pasó inmediatamente después.
Explorar esta ciudad siempre estuvo en mis planes, pero si no fuera por Rose, mi landlord/amiga/psicóloga, no se si hubiera visto tanto más allá de Adams Morgan. En nuestros religiosos «Catch up Sundays» me motiva a que aproveche, que explore, que deje de tirarme de palito a la piscina. Creo que por eso a veces me dice Wonderwoman, porque aunque sabe que no me la creo, hay que admitir que es inevitable no manijearse con semejante apodo. A esta altura puedo decir que me conozco bastante, y sé que un día puede que me levante troneti y se me de por disparar, así que antes de que pase eso me propuse seguir su consejo y exprimir los museos que me quedan, definir cuál es el mejor cupcake de Georgetown y superar mi miedo a los francotiradores para ver si robo una fotito con Obama.
 |
De tal palo, Mamu en el campo |
«Mary, te voy a decir algo … (me dijo el último domingo con la honestidad que la caracteriza) no tengas miedo a soltarte, la gente no va por la vida oliendo el pasto como tú». No, no es que ya haya hecho uso de mis gramos de porro que gracias al Pepe Mujica me corresponden, sino que estaba citando uno de los cuentos que le hice a mi vuelta de Montevideo. Le conté que en el momento que caí que no sabía cuando iba a poder volver al campo que tanto adoro, arriba del caballo con mi ahijada y el resto de mi familia alrededor, cerré los ojos y activé mi olfato al máximo para oler el pasto con el objetivo de volver a ese momento de felicidad cada vez que quisiera, y aprovechar cada milésima de segundo porque esa sensación era perfecta. «No por nada sos hija de tus padres» agregó después, sacándole humo a mi cabeza por el resto de la noche.
Papá es pintor y poeta no publicado, con grandes dosis de «en que carajo estaba pensando» y una maestría en motivación. Mamu es una enciclopedia políglota pero no alardea, sus días son de 30 horas e incluyen clases de historia del arte, profesorado de tejido, oficina y madre/abuela full time.
Con aquella frase del domingo picándome como pájaro carpintero en la nuca es que entré a ver «The Barefoot Artist» de Lily Yeh como parte del programa del Environmental Film Festival, el último tip de Rose y otro check en mi to do list de actividades en la ciudad. No tenía las expectativas muy altas, pero cuanto más se adentraba en la vida personal de esta gran mujer, no podía dejar de sorprenderme con los de paralelismos que encontraba entre su historia personal y la mia. Pasado el shock inicial, me puse a sacar apuntes en un estado de hipnosis total.
Días después mientras los leía en la cama, me iluminé con una frase que le dijo su padre a Lily – que suena perfectamente a algo que papá me podría haber dicho a mi- y descifré lo que creo que me quiso decir Rose aquel día: «if you dont rise to the occation, the best part of you dies«. Mis genes son una combinación fantástica, que me hacen un poco loca pero más bien aventurera, a veces inentendible pero siempre extrovertida, ansiosa pero más bien curiosa. Siempre sentí que lo artístico de papá y lo habilidoso de mamu simplemente no estaba ahí, pero creo que ella vio algo de eso en mi antes que yo. No se ni dibujar un hombre palito y mis días apenas tienen 24 horas, pero huelo el pasto y lo escribo, (según Rose) con las manos en la cintura, una vincha con estrellitas y botas coloradas.
38.9072309-77.0364641
Me gusta esto:
Me gusta Cargando...
Relacionado
Comentarios
Deja tu comentario